El jueves pasado se estrenó en el cine Gaumont, “Continuará: La Resistencia del Fílmico”, un documental de Emiliano Penelas y Fermín Rivera, que aborda el hecho más trascendente y controversial, desde la invención del séptimo arte, que es la desaparición del fílmico. El soporte, el viejo y querido soporte, recién hablábamos de Alain Delon, que filmó, yo creo que todo lo que filmó, lo filmó para fílmico, se filmó en fílmico. La película aborda la desaparición, desde 2015 lo último que se filmó en fílmico, y que se proyectó en fílmico, pero después de a poco lo digital, el DSP, el archivo digital fue ganando, ahora las películas son eso, un archivo digital, pero por supuesto hay gente que, no creo que tenga que ver solo con la nostalgia, esto tiene que ver también con una idea que un poco está emparentada con lo que pasa con el vinilo, esta idea de la textura, esta idea de ver el cine en fílmico que se ve distinto, es otra cosa, e incluso el manejo del fílmico hace, y la película queda muy claro eso, de algo que es palpable y que es tangible, no algo que está en el aire o en un archivo, como es un archivo digital.
Son 100 años del fílmico, pueden ser 200 tranquilamente, Emiliano Penelas está en charla con nosotros.
– Me gusta un poco lo que vos decías y también las menciones que hacían antes a Alain Delon, y bueno, la película también habla, porque es una película principalmente de amor al cine, también habla de cómo se van a preservar las películas.
Sí, absolutamente, y quienes trabajan sobre el material de otra manera, como las personas que los pintan y que hacen otra cosa, hay exposiciones casi de arte que tienen que ver con este chico que junta tantas cámaras, tantos proyectores juntos, o gente como Fernando Martín Peña, que usted lo menciona ahí, que era insoslayable que él estuviera, o como quienes están ahí que dicen, mirá, yo no encuentro otra posibilidad de ver cine que siendo en fílmico, con los coleccionistas que visitás en otros países, digo, está vivo de algún modo.
Creo que la película tiene, por supuesto, momentos duros, como nos pasó a nosotros al momento de empezar a hacerla, ¿no? Esta sensación de que esto que amamos y esto que hacemos y esta cosa, ya sea desde todas esas facetas, ¿no? Desde la realización, desde la materialidad de la película, desde sus cualidades estéticas, físicas, expresivas, hasta su valor de conservación, se estaba perdiendo. Eso era un dolor enorme. Frente a ese dolor, además estás viendo que miles de copias se están tirando a volquetes.
Porque además en Argentina no existe una cinemateca que conserve o preserve el patrimonio fílmico de nuestro país. Entonces, digo, ahí hay un dolor inmenso y creo que la película lo expone, al mismo tiempo que también nos causa muchísimo dolor ver los cines abandonados o los cines que han mutado a otras cosas.
O ver la calle Lavalle, ¿no? Una calle mítica de cines que los perdió prácticamente a todos y, bueno, eso causa dolor, por supuesto. Trata de dejar algún mensaje más esperanzador en este sentido de que el fílmico va a continuar, está expresado en estas personas, digo, en los coleccionistas, en Paula Pellejero, que interviene en la película, en Andrés Benegri, que trabaja con los proyectores, y en también un pedido que hubo de la industria para que esta transición que estabas mencionando, ¿no?, desde que se dejó de filmar o de producir fílmico, fue muy repentina y fue absolutamente desordenada. No hubo un plan en ningún momento para ver, bueno, ¿y qué pasa después? Entonces tuvieron que retroceder un poco y tuvieron que volver a ciertas bases.
Y hoy por hoy lo que hay es que muchas películas, primero, muchas están filmando nuevamente en material fílmico. Y segundo, que muchas, aunque no se estén filmando afuera, se está volviendo a utilizar el material fílmico para su conservación. Entonces películas que han sido hechas en digital se hacen internegativos para conservarlas, porque la industria también sabe que ese material es valioso y que podrá ser explotado de acá a muchos años por delante. Y en ese sentido lo único que les garantiza la continuidad es el material fílmico. Entonces, digamos que la película trata de dar sobre el final un mensaje de coexistencia, ¿no?, de que esto puede desarrollarse con la mejor característica que tiene el fílmico y lo mejor del digital, que incluso lo dice Peña, ¿no?, el digital posibilita que hoy tengamos el alcance de la mano de un click toda la historia del cine, pero conviviendo con el fílmico y entonces ahí es donde decimos, bueno, mira, el fílmico creemos que no va a morir.
Bueno, y en contraste, aparte de lo que tiene la película, es una polifonía de voces, ¿no?, porque los que hacen arte alrededor del fílmico, los preservadores, como lo es Fernando Peña, que a veces es un gran coleccionista, los fanáticos totales, como este hombre que vive solamente para el fílmico, esta mujer que los interviene, digo, como que buscaste, es una carta de amor al fílmico, de algún modo, pero también buscaste gente que justifique ese amor por el fílmico.
Sí, sí, como vos decís, está pensado desde todas las aristas. Nosotros no queríamos que fuera una película de nicho, digamos, una película que solo nos gustara a los cultores del fílmico, sino que un poco sea esto, ¿no? Una película de amor al cine que a todos los que les gusten las películas la puedan disfrutar, y una película que desde distintos sectores, desde distintos puntos de vista, justifiquen esta movida. Sí, Claudio Armiti, que es el exhibidor y hombre que maneja proyectores de sala, además coleccionista, es, por supuesto, un devoto del fílmico y de las proyecciones, lo mismo que Fernando Martín Peña, pero también fuimos al Museo del Cine de Ámsterdam, que es una de las colecciones y uno de los museos del cine más importantes del mundo. Estuvimos con un restaurador de París, Serge Bromberg, que es también dentro de lo que es la restauración, una eminencia a nivel mundial, o como sí, mencionábamos recién, Andrés de Negri, que es un artista visual que también expone en todo el mundo esas instalaciones hechas a partir de proyectores y material fílmico. En las principales ferias del mundo está la obra de De Negri.
El amor por el celuloide, digamos, también es amor por el fílmico, también es amor por las máquinas que echan a andar todo eso. Porque hay alguien que dice en el documental que me encantó eso, que lo que antes podía ser considerado frío, el proceso mecánico que permite ver una película, algo frío, hoy en día es considerado mágico, porque comparado con apretar un botón y que ocurre un proceso dentro de un cabinete y uno sabe qué es lo que está ocurriendo, esa cosa mecánica de dos elementos que se rozan, que se mueven y se rozan, es absolutamente mágico.
Sí, eso es mágico. Yo proyecto, soy cineclubista, y proyecto a veces en 16mm o en Super 8, y la gente viene y pide sacarse fotos con el proyector. Entonces el proyector pasa a ser también lo menciona Daniel Vichino en la película, un medio más, un medio más dentro de esa sala donde la película es una magia, pero el ruidito del proyector corriendo, la máquina, y esto que estamos diciendo, claro, cuando yo paso, a veces paso para chicos chiquitos, y ven el proyector, la película, y miran a tras luz la película y se ve, cuando vos ves a tras de la película lo ves, que está ahí Chaplin o Buster Keaton, y cuando lo pasas, ves que hay una máquina que está girando y hay una luz que sale y está proyectándolo, les resulta absolutamente fascinante.
A mi me parece todavía más misterioso lo que pasa dentro de una computadora, porque esto de última es un pedazo de plástico al que lo atraviesa una luz, digamos que no tiene más misterio que eso, y sin embargo es fascinante, y si es lindo ver el movimiento, el corrimiento, yo he trabajado, y muchos proyectoristas grandes, yo hice un documental sobre un coleccionista de cine, cineclubista, Alfredo Ligotti, que él decía, a mi me encanta sentarme al lado del proyector y la mitad del tiempo estoy mirando la película y la mitad del tiempo estoy mirando el proyector, y es un poco una mirada que claro, no tiene todo el público, pero cuando yo paso las películas y termina un rollo, termina un acto, la gente se da vuelta para ver cómo cambio el siguiente, pensando, bueno, a ver, tarda mucho, tarda poco, prendo una luz, no, pongo una linterna, bueno, tiene su misterio.
Emiliano, ¿sabes qué? Una cosa, esto que me entristeció, que le comentaba a Marcelo antes, es que, está bien, ahora vemos que hay cierta toma de conciencia, de tratar de resguardar el filmico, pero todo lo que se viene guardando en digital, que sabemos que son formatos que de pronto quedan perimidos, y que si no lo actualizaste, y si no lo pasaste a otro formato, lo perdiste, ¿no? Eso es lo que me preocupa, ¿no? Porque hay un montón de material que está, por ejemplo, en cartuchos LTO, que si uno no actualiza la versión X del LTO, lo perdiste y se murió, ya está.
Sí, sí, eso es lo que tiene, digamos, es como la falsa ilusión de que lo digital va a durar para siempre. Eso es falso. Y cuando hablabas recién de los vinilos, claro, esto está ligado a los vinilos, cualquier vinilo, o cualquier disco que haya estado 50 años abajo de una cama, sin ningún tipo de cuidado especial, vos lo sacás y lo pones en un tocadisco que más o menos prenda y suena, se escucha. Después podremos mejorarlo, o podremos ver si, pero digo, no hizo falta ningún cuidado determinado.
Mientras que con lo digital, los sistemas empiezan a perecer muchísimo, o cada vez más rápido. Y seguramente alguno de los que está en la mesa manipuló en algún momento un disquete 5 y 4, que no tiene por ahí más de 20 o 25 años, y hoy es imposible reproducir. Y aún teniendo el reproductor, hay muchas chances de que ese disco no pueda ser leído. Con lo cual, lo digital sí obliga a mutar todo el tiempo. Y el principal riesgo, quizás, yo entiendo que las películas que se produjeron hace 15 o 20 años en digital, corren más riesgo de desaparecer que las que se hicieron hace 70 u 80 años en fílmico.
Claro, y aparte, a priori uno puede pensar que mantener una película en fílmico es caro. Pero en realidad, si vos la cuidaste bien, te dura toda la vida. En cambio con el digital, tenés que estar todo el tiempo gastando dinero para actualizar sistemas, y es imposible estar siempre al tanto con lo último.
Sí, evidentemente lo menciona Fernando Martín Peña, es una cuestión del capitalismo, digamos. El hecho de tener que migrar de formato, o comprarte uno nuevo, lo estamos viviendo todo el tiempo con los celulares. Él lo menciona con la heladera de la abuela, que le duró toda la vida. Y bueno, cosas que ya no existen más, que no se hacen más de esa manera. Y el concepto de la obsolescencia programada, que es tan actual. Las cosas están programadas para durar una cantidad de tiempo y después se rompen inexplicablemente.
Sí, sí, algo que ya comenzó hace muchísimos años con la lamparita eléctrica, cuando se dieron cuenta de que la habían hecho tan bien que podía llegar a durar más de un siglo. Y entonces dijeron, no, no, hay que cambiarle el filamento porque si no, no nos va a comprar nadie más una lamparita.
Bueno, lo dice Peña cuando habla de que hay que estar gastando plata todo el tiempo. Por las actualizaciones, porque queda obsoleta una partecita. Creo que es lo que hace la industria desde hace mucho tiempo. Tiene que ver con los modelos de teléfono incluso, ¿no? El famoso teléfono de la manzanita. Siempre parece que el nuevo hace quedar al anterior, que era lo último de lo último viejo. Entonces te venden el 14, como que no va a haber ningún teléfono igual que ese 14. Y cuando aparece el 15, te dicen, ahora tenés que tener este, porque al 14 le falta esto que tiene este, que a lo mejor es un mínimo detalle. Uno llega más en la capacidad, un píxel más en la cámara, ¿no?
Claro, dentro de esa idea nosotros entrevistamos al responsable del área de cámaras de uno de los principales rentas de equipos fílmicos de la Argentina. Y es lo que va mencionando, ¿no? Las actualizaciones que requieren estos equipos, además de software, que muchas veces son para reparar actualizaciones fallidas de casos anteriores, o que directamente dejan de funcionar porque ya no se actualizan más. De hecho, nosotros tenemos una cámara que era hermosísima y con la cual filmaban documentales. Y en algún momento dejó de actualizarse y si no conservaste en un viejo teléfono el viejo software de esa cámara, no la podés usar. Nunca más. Aunque la cámara esté impecable por fuera y tenga todas sus condiciones físicas inalteradas. Con lo cual, sí, sí, el tema de la progresión tecnológica y el hecho de emigrar hace que lo digital a la larga sea muchísimo más costoso que la preservación fílmica.
Estamos en charla con Emiliano Penelas, que es director de fotografía, realizador de fotógrafos y cinecluistas, y es codirector de esta película llamada Continuará, que dirigió junto a Fermín Rivera. ¿Están en Gaumont? ¿Cuál es el recorrido de la película, Emiliano?
En esta semana, bueno, la semana del estreno, están en Gaumont. Están en cuatro horarios, desde el mediodía, desde las 12.45 hasta las 19.15, en cuatro horarios. Tenemos funciones confirmadas en La Plata, en Tandil, en El Palomar, en el cine de 25 de mayo de Villa Urquiza. Y, bueno, se irán sumando algunos espacios Inca en el interior a confirmar, pero bueno, seguramente en Jujuy, en Río Negro, en Mar del Plata.
Bien, bien, lindo recorrido, lindo recorrido. Y esperamos estar algunas semanas más en el Gaumont también. Ojalá que sí, ojalá que sí.
Emiliano, te pregunto la última de mi parte. ¿Cómo fue que reuniste a todas estas personas? ¿Los conocías a todos o fue el boca a boca? Mirá, ¿a qué te puede servir para el documental? ¿Puede ser interesante lo que te diga? ¿Cómo los reuniste?
Muchos los conocíamos porque, bueno, trabajamos con ellos o somos afines, ¿no? Fernando Martín Peña o Daniel Vichino, que es el que nos arregla los proyectores a todos y que siempre estamos, somos devotos de Vichino. Y otros surgieron por boca a boca. Los casos, digamos, más difíciles, por decirlo de alguna manera, son los europeos. A la primera yo llegué en medio de casualidad, lo cuento en la película, a raíz de proyectar un cortometraje que yo ni sabía que tenía, porque yo había comprado un corto de Chaplin y adosado al corto de Chaplin venía uno de Max Linder, que fue un cómico francés del principio del siglo pasado, que incluso Chaplin dice que fue su maestro. Y cuando le saco una foto y lo publico a redes, me escriben desde el Museo del Cine de Amsterdam, preguntándome de dónde había sacado esa copia porque se consideraba perdida, un corto perdido de Max Linder. Y a raíz de eso y como yo tenía programado un viaje, no me acuerdo, pero cuatro o seis meses adelante, vi una serie de charlas con esta gente y con cosas que tienen que ver con la preservación física, porque la propia película, lo dice uno de los entrevistados, la propia película te cuenta su historia, entonces averiguando los datos que figuran al margen de los fotogramas se puede saber de qué año es esa emulsión, en qué año fue procesada, en qué laboratorio y detalles de esos. Bueno, ahí fue que fui al Museo del Cine de Amsterdam y pude entrevistar al director, y ahí ella me dijo, Catherine Corman, que es la que me escribe el mail, me dice, bueno, tenés que entrevistar a Serge Bromberg, que yo lo conocía por una restauración que hizo, que fue emblemática, la restauración del santo real del cine, que es el viaje a la luna de Melies, tienen colores, Melies fue el primer cineasta que toma el cine espectáculo, y su máxima película es el viaje a la luna, y él las coloraba a mano las películas, pero esa se encontraba perdida y apareció en la Cinemateca de Cataluña, se hizo una restauración que la llevó adelante Serge Bromberg, y se estrenó, fue película de apertura del Festival de Cannes, entonces, a partir de ella contacté a Bromberg, y bueno, y acá también algunos me dijeron, bueno, si estás con esto, ¿por qué no contactás a tal? Y fue un poco la red de esa manera.
Bueno, interesantísimo, muy interesante y muy interesante también la película, que nos gustó, así que la recomendamos mucho, y te agradecemos mucho esta charla, el laburo que haces de preservación y de amor por el cine, que está plasmado en esta película,