Palacio La Argentina: Un Viaje a Través de la Historia y el Tango en Buenos Aires

Palacio La Argentina: Un Viaje a Través de la Historia y el Tango en Buenos Aires

El Palacio La Argentina, originalmente diseñado por el arquitecto Juan Mancini e inaugurado en 1902, muestra una fachada blanca imponente que aún conserva su majestuosidad a pesar del paso del tiempo. Las puertas de madera, adornadas con manijas ornamentales que presentan rostros femeninos, y un elaborado interior diseñado por Félix Boccio, con una icónica araña de bronce y cristal con 105 tulipas, son testimonio de una época de esplendor. Esta araña sigue iluminando los variados eventos que se celebran hoy en día.

Originalmente, el edificio nació como la sede de la Sociedad Filantrópica Argentina. «Desde el principio funcionó como un lugar de encuentros sociales para los afiliados de la sociedad», explica nuestro entrevistado, quien describe cómo el sitio, gracias a sus pisos de roble de Eslavonia, era ideal para conciertos de música de cámara. Sin embargo, la excepcional acústica y el ambiente pronto lo transformaron en un centro del mundo del tango, donde se celebraron las primeras milongas.

El primer evento de este tipo fue organizado por estudiantes de la Facultad de Medicina, y rápidamente el Palacio La Argentina atrajo a una clientela de «clases acomodadas». Durante los años 40, el salón alcanzó su apogeo como una de las milongas más concurridas de la ciudad. Según relata nuestro entrevistado, «en esos días, se escuchaba tanto jazz como tango, jueves, viernes, sábados y domingos».

Nombres icónicos de la música argentina, como Juan D’Arienzo, Osvaldo Pugliese, Leopoldo Federico, Julio Sosa y Alberto Castillo, actuaron en este lugar cargado de historia. Incluso se especula que Carlos Gardel pudo haber pasado por sus puertas antes de su trágico fallecimiento en 1935, aunque esto último es más un eco de leyenda que un hecho confirmado. «Gardel, entre comillas, no lo sé», comenta, reflejando la mística que rodea a esta figura del tango.

La ubicación del Palacio en la Calle Rodríguez Peña también lo situó en el centro de una vibrante cultura tanguera. «Era una calle de tango», dice nuestro entrevistado, recordando la composición de Vicente Greco, ‘Rodríguez Peña’, que perpetúa ese ambiente en su música.

El glamour del Palacio La Argentina estuvo acompañado por una clientela elegante y sofisticada. «No había trifulcas, no había compadritos, no había malevaje», rememora. Las fotos de la época muestran a las damas y caballeros con su mejor atuendo, capturando un trozo del Buenos Aires de principios del siglo XX.

Sin embargo, con el tiempo, el palacio no fue ajeno a la decadencia que tocó a muchos de los edificios históricos de la ciudad. Desde los años 70 hasta el 90, su resonancia cultural se fue apagando hasta que cerró en 2001, víctima, como tantos otros, de la crisis económica que sacudió Argentina. Sin embargo, su renacimiento no tardó en llegar, y en 2006 volvió a abrir sus puertas como sede de eventos corporativos, recobrando parte de su antiguo esplendor en 2014 bajo el nombre de Palacio de La Argentina.

El lugar sigue siendo un espacio abierto a diversas actividades culturales: óperas, conciertos de jazz, tango, y múltiples eventos sociales. Sin embargo, la actividad parece más discreta en la actualidad. «Es un lugar que tiene más pasado que presente», se lamenta nuestro entrevistado, reconociendo el potencial dormido de esta joya arquitectónica.

El Palacio La Argentina es una parada obligatoria para los amantes de la arquitectura y la historia de Buenos Aires. «Véanlo, no la van a confundir», invita el entrevistado, sugiriendo frenar el paso ante la puerta imponente que ha visto tanto arte y historia. Como parte del Buenos Aires secular que a menudo ignoramos en nuestro apuro diario, el Palacio La Argentina nos recuerda la riqueza cultural oculta en cada rincón de esta gran ciudad.