El próximo jueves 3 de noviembre, el mundo del documental y la fotografía se entrelazan para rendir homenaje a uno de los fotógrafos más emblemáticos de Argentina, Eduardo Longoni. La cinta, titulada «Una Mirada Honesta», dirigida por Roberto Persano y Santiago Nassif, nos sumerge en los 40 años de carrera de Longoni, ofreciendo una profunda reflexión sobre su contribución al fotoperiodismo, en especial durante las épocas más oscuras del país.
Eduardo Longoni es conocido por capturar con su lente momentos históricos imborrables, incluyendo la famosa fotografía de Diego Maradona y «la mano de Dios» en el mundial de 1986, un ícono que el propio Maradona describiría con humor diciendo que la imagen «lo encanó», ya que capturó el instante exacto del suceso deportivo más conocido del fútbol argentino. Sin embargo, Longoni también es el autor de aquella inquietante imagen de un grupo de militares todos mirando al mismo lugar, una foto que con el tiempo se ha convertido en un símbolo contra la dictadura militar argentina.
En entrevista, Longoni revela estar ansioso, pero a la vez sorprendido por el estreno del documental: «Me sorprende y me abruma que se haya hecho una película sobre un fotógrafo. Creo que es un reconocimiento no solo a mí, sino a toda mi generación de fotógrafos que, en la época de la dictadura, intentamos mostrar lo que no se quería que se viera», reflexiona Longoni.
Durante la conversación, el fotógrafo compartió sus inicios en el oficio, a menudo guiado por la improvisación y la curiosidad. «Comencé con la fotografía sin saber mucho, en Noticias Argentinas, en 1979, aprendiendo con maestros como Daniel García, Omar Torres y Carlos Villolo. Mi finalidad era estudiar Historia, pero la cámara se convirtió en mi pasaporte a lugares soñados», señala Longoni. Esta clave de curiosidad y la pasión lo llevaron a estar presente en momentos cruciales, desde eventos políticos hasta el mundo del deporte y la cultura.
El documental no solo detalla su trayectoria como fotoperiodista, sino que también explora su faceta como artista visual. Nos lleva a través de un viaje personal donde Longoni utiliza elementos visuales, proyectando imágenes sobre superficies inusuales como un Ford Falcon verde, vehículo que evoca el horror de los secuestros durante la dictadura, o proyectando fotografías de su infancia sobre cuadernos escolares. «El Falcon fue esa máquina terrible de desaparecer. Usarlo como soporte es casi llevar una fotografía a tres dimensiones», explica Eduardo al hablar de una de sus instalaciones.
La producción también captura el cambio de paradigma en la fotografía a lo largo de las décadas, desde la captación de imágenes analógicas hasta la inmediatez del digital. Longoni menciona cómo la magia de fotografiar antes residía en la espera, en ese acto de fe de tomar la foto sin saber el resultado inmediato, un contraste marcado con los momentos actuales donde «la gente hace fotos, pero estas a menudo carecen de materialidad porque no se imprimen», reflexiona.
El encuentro entre Longoni y los directores Roberto Persano y Santiago Nassif empezó cuando fue entrevistado para otro proyecto fílmico, «Los Índalos». A través de estas conversaciones iniciales y su conexión con la emblemática foto de La Tablada, un episodio crucial que inmortalizó como prueba en un juicio por desapariciones, nació la propuesta de documentar su vida y obra. A pesar de tomárselo inicialmente como una broma, Longoni aceptó la idea, percibiéndola como una celebración colectiva del impacto de los fotoperiodistas en la historia reciente de Argentina.
A propósito de la película, Eduardo Longoni sigue trabajando en proyectos personales, explorando la interacción entre imagen y texto, y documentando nuevas realidades como las estéticas del movimiento peronista. «Estoy combinando imágenes de viaje con algunos párrafos cortitos. Es una manera de darle contexto a las fotos, complementar la imagen con palabras sin pretender ser escritor», comparte sobre sus proyectos actuales.
El documental «Una Mirada Honesta» es más que un recuento visual; es un viaje a través de la dedicación de un hombre que, con paciencia, intuición y un gran sentido de la observación, ha capturado no solo imágenes, sino la esencia de momentos que conforman una parte vital de la memoria colectiva de los argentinos. La obra de Longoni se despliega como un testimonio que nos obliga a recordar, comprender y, sobre todo, a no olvidar.