Carolina Borca es una destacada bailarina, coreógrafa y docente que, junto con Ana Frenkel, ha dado vida a «Groove». Este recital de danza se presenta en la Sala A del Cultural San Martín, ubicada en Sarmiento 1551, todos los viernes y sábados a las 21:30 horas, desde el 6 de mayo hasta el 2 de julio. «Groove» es el resultado de un proceso creativo que comenzó a fines de 2019 y enfrentó diversos desafíos a lo largo de su producción, pero no ha dejado de inspirar a sus creadores a lo largo del camino.
En una conversación reciente, Borca reveló las emociones y el esfuerzo detrás de la concepción de «Groove». «Imaginábamos una obra que transmitiera las ganas de bailar, la felicidad que sentimos nosotras cuando bailamos», comentó Carolina. La idea de crear un espectáculo que conjugara movimiento, música y luces era el alma del proyecto. «La obra tiene ese carácter… Es un recital de danza porque están como las tres patas sonando a la vez», explicó.
El proceso no fue sencillo. Comenzado en 2019, se vio abruptamente interrumpido por la pandemia en 2020, lo cual obligó a Borca y Frenkel a detener su búsqueda presencial de bailarines y adoptar el medio virtual. «Nos juntábamos, charlábamos, escuchábamos música, probábamos secuencias… sostuvimos ese espacio hasta que en julio del 2021 pudimos ensayar presencialmente en el Cultural San Martín», relató Borca.
Uno de los grandes retos fue integrar el equipo creativo, esencialmente compuesto por Diego Wagner en música y David Seldes en iluminación, con quienes las directoras ya habían trabajado anteriormente. Según Borca, «tuvimos muchísimas reuniones con ellos… Siempre fuimos muy juntos todos». Este esfuerzo conjunto permitió que el espectáculo mantuviera su visión original de ser una experiencia integral.
Otra piedra angular del éxito de «Groove» fue la elección de los bailarines. Borca destacó que se buscó diversidad en el lenguaje corporal de cada participante: «Buscábamos bailarines muy diversos entre sí, que puedan convivir entre ellos y se nutran del otro». Este enfoque no solo realza las individualidades de cada artista, sino que también revela una poderosa armonía cuando los cinco intérpretes comparten el escenario.
Entre los aspectos más llamativos de «Groove» se encuentra su innovadora utilización de las luces. Borca define esta apuesta escenográfica como un prisma por medio del cual se puede jugar con diferentes niveles de interacción y atmósfera. En ciertos momentos, las luces no solo iluminan el escenario, sino que son manipuladas por los propios bailarines, lo que añade una capa extra de dinamismo al espectáculo.
Cuando se le preguntó sobre el esfuerzo físico que exigió la puesta en escena, Borca acentuó la necesidad de un intenso entrenamiento: «Se ensayó mucho, las fuimos armando por capas… los chicos se ensayaron muchísimo». La obra, que dura alrededor de una hora y diez minutos, no permite pausas significativas, por lo que mantener el ritmo es esencial.
El espectáculo también se permite un juego con las voces de los intérpretes. Borca explicó cómo ponderaron la inclusión de este elemento: «Siempre en general nos gusta que aparezcan las voces en los espectáculos… Empezamos eso como jugando a sacar la voz… Nos imaginábamos más voces, como ciertas capas que suenan mientras uno de los chicos está bailando».
En cada actuación, «Groove» invita al público a sumergirse en un mundo donde la danza, la música y la luz convergen en una sincronía única. Es un testimonio del poder del arte para superar obstáculos y unir a artistas de diferentes trayectorias en una celebración del talento humano. Carolina Borca, junto a Ana Frenkel, continúa explorando nuevos horizontes creativos y llevando al público en este viaje sensorial, ambos atestiguando que el arte es, efectivamente, un espacio sin fronteras.