La génesis de «La Última Vez» se remonta a una experiencia personal de Martínez con Carmen Balcells, una figura monumental en el mundo literario, conocida por haber sido la agente literaria de muchos escritores del «boom latinoamericano». En ese contexto, Martínez comenta: «Nació, tiene que ver con lo que fue mi primera visita a Carmen Balcells. Ella me envió realmente un taxi […] Y bueno, me gustó esta idea de representarla con ese costado homofísico félico». Esta experiencia inicial, junto a una frase que Balcells le compartió sobre la dinámica de la venta de libros en contraste con otros productos comerciales, inspiró en él una reflexión sobre la esencialidad del juicio literario dentro de una industria cada vez más orientada al mercado.
Guillermo subraya la importancia y el poder que los críticos tenían hace décadas al decir: «Hace treinta años, importaba realmente lo que decía un suplemento cultural». Su novela desafía la percepción moderna de la crítica literaria y refleja la multiplicidad de opiniones que pueden influir en la recepción de una obra. «Hay una jerarquización de reflexión que tiene que ver con un tema filosófico de Wittgenstein, que a mí me ha intrigado mucho», comenta, dejando entrever las influencias filosóficas que nutren su narrativa.
La conexión literaria y la influencia del cine
Al tocar el arte de la narrativa, Guillermo Martínez reconoce las influencias y el modo en que su escritura puede conectar con autores que él mismo admira. «Lo que yo tengo con algunos autores es una especie de sensación de empatía profunda», admite, mencionando nombres como Henry James y Groix, y resaltando el tipo de relación casi familiar que establece con aquellos que considera sus pares literarios. Esta conexión íntima es un reflejo de cómo los lectores se encuentran a sí mismos dentro de las historias que leen, estableciendo una relación casi personal con los personajes y tramas que se desarrollan ante ellos.
Durante la conversación, también emergió el tema de la traducción cinematográfica de sus obras, un aspecto que ha acompañado a Guillermo desde su conocida adaptación de «Crímenes de Oxford». Aunque él mismo confiesa que no escribe con el cine en mente, la visualidad de sus escenas y la estructuración de sus tramas parecen naturalmente cinematográficas. «Siempre me ha parecido un poco curioso que tomen mis novelas para películas», dice, reflexionando sobre los desafíos que los cineastas enfrentan al adaptar la subjetividad y los puntos de vista de sus novelas.
Un nuevo paradigma para la crítica literaria
La novela «La Última Vez» no solo se centra en la trama entre un famoso crítico literario y un escritor al borde de la vida, sino que también abre un diálogo crítico sobre la transformación de la crítica literaria en el mundo contemporáneo. En un tono a veces nostálgico, Martínez menciona cómo ha cambiado el papel del crítico desde su inicio en la década del 90 hasta el presente, donde las reseñas literarias se han visto relegadas a un juicio simplista de «me gustó o no me gustó». «La crítica más bien merodea por los procedimientos, las influencias […] pero no llega al punto de decir, bueno, este libro me gustó o no», explica, abogando por un retorno a una crítica que se anime a ejercer un juicio de valor.
La novela también desliza un comentario sobre el cambio en la recepción crítica a lo largo de los años, donde los suplementos literarios como los de Clarín o La Nación han perdido relevancia frente a nuevas plataformas de interacción directa entre escritor y lector. «Lo que quedó un poco fuera de juego es el papel que tenían los críticos de un modo profesional», observa Guillermo, resaltando un cambio hacia un entorno más horizontal y accesible donde cualquier lector puede ser un crítico valioso.
Un paseo por los pasillos de la mente creativa
Con «La Última Vez», Guillermo Martínez no solo invita a sus lectores a explorar una historia con resonancias profundamente literarias, sino que también nos abre una ventana a los corredores íntimos de su creación literaria. «Lo que rescaté de la pandemia», dice sobre el tiempo dedicado a la escritura de esta novela, que logró completar en un tiempo récord en comparación con sus trabajos anteriores. El libro no solo gira en torno a sus temas favoritos como Barcelona o el tenis, sino que es un homenaje a sus propias raíces literarias y un claro ejemplo de cómo el bagaje del escritor puede convertirse en una madeja de referencias para el lector atento.
Por último, queda claro que para Martínez, cada personaje y cada página escrita es una oportunidad para explorar más a fondo las preguntas sobre el sentido y la resonancia de la literatura misma, convirtiendo «La Última Vez» en un texto que, sin duda, estimulará tanto a los amantes de la literatura como a aquellos interesados en el papel del escritor en el mundo contemporáneo. Como él mismo destaca, más allá de la trama, la verdadera esencia de la literatura reside en estas conexiones profundas y en las interpretaciones personales que cada lector puede llevar consigo.