Para conocer más sobre este nuevo rincón artístico, conversamos con Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes. Duprat contextualizó brevemente la historia detrás del edificio de Avenida Libertador, originalmente diseñado en el siglo XIX como una casa de bombas de Aguas Argentinas. «Ese edificio del Bellas Artes, era una casa de bombas, donde se bombeaba el agua para luego ser enviada al edificio de Aguas Corrientes en Avenida Córdoba», explicó.
La transformación que culminó en el Paseo de las Esculturas fue un proceso arduo que se llevó adelante tras generaciones de cambios y adaptaciones en el uso del terreno. Según relató Duprat, lo que hoy es un parque de esculturas fue, en el pasado, impropiamente utilizado como un estacionamiento. «Empezó a usarse de estacionamiento, se acondicionó malamente, incluso había unas construcciones parásitas, ampliando las cocinas de un restaurante de la época», detalló.
La pandemia, aunque desafiante, ofreció una pausa al ritmo acelerado de la ciudad y permitió analizar el potencial de este área. «La pandemia, de alguna manera, paró el reloj para todos; ahí pudimos, en conjunción con las instituciones mencionadas, recuperar el espacio», comentó Duprat. El proceso incluyó la demolición de más de 500 metros de construcciones ilegales y la remoción de asfalto, regresando al espacio su vocación original de ser un paseo entre edificios emblemáticos.
El ahora hermoso Paseo de las Esculturas exhibe una serie de esculturas de renombrados artistas. «Instalamos varias esculturas, algunas de la ciudad y otras de la colección del museo», aclaró Duprat. Entre las obras destaca una escultura de Antoine Bourdelle, conocida por representar una figura masculina tensando un arco. «Tienen que ser obras que se banquen la intemperie», agregó, asegurando la durabilidad de las piezas seleccionadas.
El paseo no solo revitaliza un espacio sino que amplía el alcance del museo al ofrecer a los visitantes una experiencia cultural que trasciende las paredes del edificio. «Es una ampliación, un lugar lindísimo con bancos, luces… es otra cosa que la pandemia nos enseñó, lo necesario que son los espacios abiertos para la cultura», expresó el director.
Además de fomentar la difusión de esculturas, el espacio tiene planes futuros de integración y renovación. «La idea de estas obras es que queden ahí un largo plazo, pero no quita que uno pueda hacer exposiciones temporarias», adelantó Duprat, sugiriendo que artistas contemporáneos se exhibirán de manera rotativa.
Más allá de las esculturas expuestas, la historia arquitectónica inherente a los edificios circundantes añade una riqueza contextual inigualable. Durante la conversación, Duprat destacó que tanto el museo como la Asociación Amigos del Museo, érase edificios de usos totalmente distintos a fines del siglo XIX. «En general, los museos son adaptaciones. Por ejemplo, el Museo de Arte Moderno era una tabacalera», ilustró.
El Paseo de las Esculturas opera de 9 a 19 horas y es accesible directamente sin necesidad de ingresar al museo. La seguridad está garantizada con cámaras y guardias, asegurando la preservación de estas obras maestras. «El mayor gasto del museo es la seguridad, con 48 personas de día y 12 de noche custodiando», añadió Duprat, subrayando el compromiso con la integridad de las piezas.
El nuevo paseo es un claro ejemplo de cómo se puede corregir el rumbo de un espacio mal utilizado para transformarlo en una joya cultural pública. «Recuperamos un lugar para la ciudad que nunca debió ser otra cosa», concluyó Duprat con entusiasmo, invitando a la comunidad a disfrutar de este espacio revitalizado que ya está deleitando a los primeros visitantes. Un verdadero oasis artístico en el corazón de la ciudad, el Paseo de las Esculturas florece como un testimonio del poder del arte para transformar espacios y enriquecer vidas.