Este próximo sábado 9 de agosto, el teatro del barrio de Villa Crespo recibirá una nueva adaptación de «No hay que llorar», la aclamada obra del reconocido dramaturgo argentino Roberto Tito Cossa. Este espectáculo, dirigido por Lizardo Laphitz, promete capturar a su audiencia con una revisión contemporánea de los temas universales que han caracterizado al teatro de Cossa a lo largo de las décadas.
El elenco de esta nueva adaptación está formado por talentosos actores como Silvia Villazur, Mariano Morelli, Matías Filgueira, Cruz Carot, Mavy Yunes y Nicolás Mizrahi. En una entrevista exclusiva, Mirragi compartió sus impresiones antes del estreno, mostrando un entusiasmo controlado por la inminente presentación. «La verdad estamos intentando administrar la ansiedad, pero, por otro lado, muy tranquilos porque por suerte hicimos un muy buen proceso y estamos llegando muy bien al estreno», afirmó el actor.
La obra, originalmente escrita en 1979, aborda las dinámicas y frustraciones de una familia de clase media argentina en los años 70, y propone una reflexión sobre temas que, al día de hoy, siguen resonando en la sociedad. «Uno ve las imágenes y ve el costumbrismo», comentó Mizrahi, «pero sabe que también los temas que ha tratado un autor como Tito Cossa, son temas universales y no importa el tiempo que pasó tampoco, ¿no? Yo creo que son esas obras que el tiempo, no, no, las mejora».
El personaje de Nicolás Mizrahi, Gabriel, es descrito como «un hombre de 40 años que se fue a probar suerte al sur» y que retorna a su núcleo familiar con motivo del cumpleaños número 80 de su madre. Este regreso marca un reencuentro con sus dos hermanos, quienes lo reciben con la carga de las expectativas no cumplidas y el trasfondo de las diferencias históricas que comparten. «Es interesante, porque sin espolear, ¿no? Pero bueno, es esa cuestión del que llega de afuera y todos tienen una mirada como que el que se fue le va bien, o la rehizo», detalló Mizrahi.
Respecto a las decisiones tomadas en esta nueva puesta en escena, Mizrahi indicó que se ha mantenido la fidelidad al texto original de Cossa. La interpretación se centra principalmente en explotar la profundidad de las emociones y los vínculos familiares que, según el actor, son la esencia de la pieza. «Es original, no tocamos nada, pero yo creo que, gracias a la mirada de Lizardo Laphitz, el director, que es un especialista en esto, se logró ver lo que el texto realmente cuenta», explicó.
Además de dialogar sobre las relaciones familiares y sus intrínsecos conflictos, la obra también examina el miedo de la clase media a perder su estabilidad, un tema que sigue siendo relevante. En palabras de Mizrahi: «Es como una clase funambulista, está siempre en un cable en altura, y ahí es donde por ahí aparece la conexión, porque uno piensa, Tito Cossa, escribiendo esto en 1979, y hay algunas como coordenadas históricas, sociales, que han atravesado el tiempo».
Lizardo Laphitz y su equipo han ensayado extensamente durante tres meses, con dedicación que se refleja en la profundidad con la que han abordado cada matiz del guion. «Laburamos mucho sobre eso, y eso no tiene tiempo, eso no se agota», señaló el actor, quien enfatizó el trabajo realizado para dar vida a los complejos lazos históricos y emocionales entre los personajes.
Las funciones de «No hay que llorar» se llevarán a cabo todos los sábados a las 18 horas durante el mes de agosto y septiembre. El teatro bar ubicado en Ramírez de Velasco 419 en el barrio de Villa Crespo ofrece un ambiente íntimo ideal para el desarrollo de una obra que, aunque nacida en otro tiempo, sigue despertando sentimientos y reflexiones actuales. Las entradas están disponibles a través de Alternativa Teatral, permitiendo al público experimentar una velada cultural accesible y enriquecedora.
Nicolás Mizrahi concluyó extendiendo una cordial invitación a todos los amantes del teatro para sumergirse en esta experiencia. «Por suerte las entradas son muy económicas, son accesibles, y realmente se puede hacer un lindo programa con un presupuesto agotado», afirmó.
Los amantes del teatro argentino encontrarán en esta adaptación una excelente oportunidad para redescubrir una obra que, a pesar de las décadas, mantiene intacto su impacto y vigencia, reflejando los vaivenes de la clase media con un enfoque particular en las emociones y los vínculos humanos.