En unos días se cumplirán 30 años del atentado contra la AMIA, la Asociación Mutual Israelita Argentina, ocurrido el 18 de julio de 1994, cuando un coche bomba explotó en la sede de la calle Pasteur al 600, causando 85 muertes y dejando más de 300 personas heridas, en lo que sigue siendo uno de los atentados terroristas más graves en la historia de Argentina. En su libro «Después de las 9.53 AMIA, Cartografía de un Atentado», editado por Sudamericana, el periodista e investigador Javier Sinay se centra en los primeros 30 días de investigación posteriores al atentado, argumentando que es crucial volver a ese periodo para entender los eventos y la evolución de los últimos 30 años.
Yo no tenía pensado escribir sobre el caso de la AMIA y de una revista extranjera me pidieron una nota y entonces empecé a hacer archivo, empecé a googlear y encontré que en el primer mes habían pasado muchísimas cosas y había habido un trabajo muy intenso, pero fundamentalmente ya estaban planteadas muchas de las cosas que iban a desarrollarse en los siguientes años. Por ejemplo, Carlos Telleldín ya estaba en escena, que fue el hombre que vendió la trafic, que pasó muchos años preso, después fue absuelto en dos juicios. La pista iraní ya estaba planteada, la pista siria, ya estaban planteadas las internas entre fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia, el juez Galeano estaba trabajando de una manera que algunos consideran muy a fondo y de la misma manera que otros consideran un poco rara. Por supuesto, el poder político estaba completamente empapado e influenciado a la vez por el tema. Entonces, todo eso, por un lado, el día 23 de agosto de 1994, 23 días después del atentado, el juez Galeano saca un fallo donde propone una primera explicación de lo que pasó, que para mí es un fallo importante, justamente por eso marca un rumbo que es el rumbo que en buena parte sigue hasta el día de hoy.
-Claro, claro, hay noticias todo el tiempo, porque hace un mes o menos de un mes, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Argentina por violaciones del estado argentino en perjuicio de las víctimas del atentado y las familias. Es como que está bien ese enfoque que hiciste vos, es algo que ya pasó porque finalmente es algo que está todo el tiempo en movimiento, lo de la AMIA y tal vez esté eternamente así,
Sí, bueno, el fiscal Basso, que es el fiscal que se sienta en la silla de Nisman, el piloto de la investigación me dijo: «esta causa va a terminar cuando toda la generación actual, cuando todos los que estamos hoy, no estemos más». O sea, va a seguir a lo largo de nuestras vidas. En algún momento, yo empecé a trabajar en este tema antes del 7 de octubre del año pasado, empezó esta guerra en Gaza, y en algún momento me di cuenta de que escribir sobre algo que había pasado en 1994, de repente era lo más contemporáneo que había. Son los mismos actores, el contexto internacional es muy parecido. De repente, quizás hoy no, pero hubo momentos en los que, bueno, no, hoy también, porque ayer creo que Jamás lanzó un comunicado criticando al presidente Milani, y lo que iba a decir es que hubo momentos que también se notaron medio raros en la Argentina, y aparte, la AMIA tuvo, no sé si uno o dos amenazas de bomba en el último año. Entonces es como decir, esta historia se mueve, está viva.
-La historia de la AMIA tiene algo que la hace diferente, que es, está el primer hecho policial, si querés, y después empieza a haber como un encubrimiento, que empieza, es como otro hecho colateral que acompaña al hecho principal, pero que también lo va modificando, lo cambia, es como todo el tiempo una versión B, una versión A de la historia, ¿y cómo haces como cronista para decir cuáles fueron los hechos, cuáles fueron las interpretaciones, cómo lo volcaste en el libro?
Eso es lo más difícil de todo, porque para empezar tenemos dos pistas, que son la pista iraní y la pista siria, que son dos versiones de lo que pasó. Para empezar hay que elegir una, como autor o como cronista tenés que elegir dónde pararte. Hay muchos libros escritos, yo diría que la mayoría están más enfocados en la pista siria, es la que toca más al poder, porque es la que implica masacrar los más enemigos, bueno, de ahí para abajo. Pero la pista oficial, que empezó con el juez Galeano y que sigue hasta hoy, con el fallo este del mes de abril de la sala 2 de la Cámara Federal de Casación Penal, es la pista iraní, que es la del gobierno iraní, que es Bola. Entonces, primero el subtítulo del libro es Cartografía de un Atentado, porque la idea es que es un laberinto y que esta cartografía es como un mapa para mostrar, no sé si la salida, pero al menos los diferentes caminos que tiene ese laberinto. Es como una mirada del caso desde arriba o en general, intentando contar todo lo que hay. Entonces, yo elegí contar la pista siria, pero elegí pararme más fuertemente en la pista iraní. Es difícil decir por qué elegir algo, pero si es la pista oficial, creo que es la vara en la que uno tiene que apoyarse.
-Hay una frase de un juez que dice que la causa AMIA destruye todo lo que toca. ¿Pensaste que podía pasar con tu investigación, con tu forma de trabajar, que tienes 20 años o más? ¿Pensaste que podías quedar como enredado también en esa especie de maldición?
Recién me enredé con lo que les estaba contando. En resumen, imagínense que la causa AMIA es una cadena y cada eslabón de la cadena tiene dos o tres caras. Es decir, cada episodio que pasó, cada cosa sobre la que uno va a hablar, va a escribir o va a preguntar, tiene dos o tres respuestas diametralmente opuestas. Entonces es complicadísimo. Me apoyé en la pista iraní, que es la pista oficial, que es la hipótesis oficial, porque es la vara oficial y desde ahí uno puede moverse, criticar, hacer preguntas, desconfiar, pero creo que hay que volver a la vara oficial para tener un horizonte, una línea de horizonte. Pero es muy complicado saber dónde hacer pie, dónde pararse, cómo equilibrar todo.
– Sí, porque incluso para los familiares también hay como varias versiones, Están los de memoria activa…
Claro, sí, sí, sí.
– Los de memoria activa son muy críticos y hay otro grupo de familiares que están más sobre la AMIA, por ejemplo. Se escuchaba hablar sobre eslabones de cadena y me vino a la mente el atentado anterior, el de la embajada, que también es, si se quiere, parte de la misma cadena,
Sí, sí. No lo investigué a fondo, pero sin duda es parte de lo mismo porque la hipótesis es que fue tan fácil hacer el primero que decidieron hacer el segundo casi igual. De hecho, los acusados, estos acusados iraníes y libaneses, los dos jefes en el terreno, digamos, son los mismos. Uno ya murió y el otro está, se supone, en Líbano.
– Claro. Bueno, Javi, ¿qué repercusión tenés hasta ahora del libro y qué esperas que pase con el libro?
La verdad, repercusión muy buena a nivel de redes, lectores, etc. Lo escribí dándole duro al diccionario de Sinónimos. Traté de que no sea un libro típico clásico de investigación, sino que sea el thriller político que en realidad es este caso. O sea, un thriller político de una historia real, Y que espero que pase, creo que no mucho más que abrir nuevas preguntas o plantear nuevas perspectivas, nuevas dudas. Igual, sé que me río porque los entrevisté varias veces al juez Galeano y a Telleldín y creo que los dos compraron ejemplares para darle a sus abogados. Lo entrevisté al vicecanciller de Guido Di Tella y me dijo que también va a mandar un ejemplar a la biblioteca de Cancillería. Entonces, no sé en qué laberinto también va a ingresar el libro. Bueno, que se arregle Sudamericana.
-Javi, como siempre, un gran laburo. Era Javier Sinay, en este caso, un nuevo libro de Javier, que es periodista, cronista y un cabezón, cabezadura total, cuando se inventa a investigar algo. Y en este caso es La AMIA, nada más, nada menos. 400 páginas.
Sí, 400 páginas el libro y un millón de páginas la causa y el tema y lo laberíntico que es, un laberinto del que es difícil salir.