La exposición “Cheje Futurismo” se lleva a cabo en la Sala 2 de Fundación La Riviere en La Boca. Esta muestra explora la obra del arquitecto boliviano Freddy Mamani y su impacto en la Ciudad de El Alto, a través de las fotografías de Florencia Blanco. La exhibición también incluye trabajos de otros artistas que complementan la narrativa visual sobre la región andina.
Estamos en charla con Florencia Blanco. Florencia, ¿cómo te va? ¿Cómo estás?
– Hola, buen día. Muchas gracias por la invitación.
Gracias a vos por estar ahí y felicitaciones por esta muestra que es una muestra muy importante que refleja no sólo tu trabajo sino el trabajo de Freddy Mamani y todo esto que es increíble que sucede en El Alto, que esto es en Bolivia, una movida enorme que ha trascendido fronteras porque Freddy es conocido mundialmente.
– Sí, es un arquitecto latinoamericano con un perfil muy particular en este momento en Latinoamérica.
Y lo que hace es fascinante cuando vemos estos cholets, cuando vemos este despliegue de color, este despliegue de arquitectura en edificios que aparte son para un propósito, porque tienen en algunos casos, o en muchos casos, son locales comerciales, después los pisos superiores son viviendas y en las terrazas hay como desarrollo que tiene que ver con la naturaleza, es como muy integral todo,
– Sí, sí. Ayer pensaba en la entrevista que íbamos a tener hoy y digo, pongan en el teléfono o en la computadora “cholet Freddy Mamani” y van a empezar a ver esas imágenes rapidísimos porque son como muy sorprendentes, son sorprendentes, son psicodélicas, futuristas en una ciudad andina, digamos, muy festiva. El corazón de estos edificios es un salón de fiestas, entonces algunas veces me preguntan por qué el contraste, bueno, las ciudades de un modo y de repente aparece este edificio y digo, bueno, es como cuando en los pueblos hacían un cine, era enorme el cine y estaba, era art deco.
Absolutamente, absolutamente.
– Entonces son edificios que el corazón del edificio, que es en el primer piso a doble altura, hay un salón de fiestas que también es salones de eventos porque además de las fiestas hacen reuniones sindicales, reuniones de productores agropecuarios, clases de matemáticas, clases de danza clásica, hacen medio de todo en esos salones. Entonces el edificio es como un centro cultural del barrio.
Totalmente. Son el centro cultural del barrio,
– Algunas veces me preguntan, esta ciudad se llama El Alto, es una ciudad que queda vecina a La Paz, en una época fue la periferia de La Paz y después esa periferia creció tanto que se volvió ciudad. Y algunas veces me preguntaban, bueno, ¿pero vienen de La Paz para estos edificios? No, no, le digo, no vienen de La Paz, estos edificios son del centro cultural de este barrio, la gente de este barrio festeja acá, Y bueno, es como un estilo, en un momento Freddy ya era, Freddy fue albañil, después maestro mayor de obra, después constructor, después estudió ingeniería y arquitectura y en un momento él ya trabajaba en una empresa con todos sus hermanos y en un momento un cliente le dice, bueno, tengo tal lote en tal avenida, le dice, quiero locales a la calle en planta baja, salón de fiestas y después dos pisos más y mi casa. Bueno, pero este cliente le dijo, hace lo que quieras, yo confío en vos, hace lo que se te ocurra, porque cuando Freddy le pregunta en qué estilo quieres que te lo haga, le dice, fíjate vos, a ver, algo, bueno, tiene que ser festivo, Bueno, y Freddy construyó uno de estos edificios en este estilo, en tonos de verdes y ahí Freddy dice, y cuando me mandé, me mandé como con toda mi, con todo mi ser, con todas mis ganas de algún modo en este espacio que me daban para expresarme, y no dejé de trabajar nunca más, ¿por qué? Porque es como que esa comunidad se siente muy identificada con ese tipo de construcción, como que desean, o sea, realmente lo disfrutan mucho. Al lado de, o sea, de repente si pegaban plata para un edificio ellos podían imitar los edificios ricos de La Paz, pero que son mucho más austeros, como son, de líneas más limpias de repente, pero evidentemente en esta ciudad, que hay población aymara en general, la cosmovisión y las ganas van como por otros carriles, y entonces pudieron como darle cabida a eso, y le dieron cabida, y tiene una energía y una presencia impresionante.
Aparte, Florencia, hay algo muy interesante en Freddy, que es su origen, porque a Freddy le costó todo lo que logró. Digo, no es alguien aventajado, no es alguien de la zona rica de La Paz, que la hay, ni de la burguesía, que la hay, sino alguien que desde chico trabajó de albañil, y que está encontrando el modo de poder desarrollarse, trabajando un montón, es un trabajador nato así, importante, y bueno, y cubrió como una franja de repente público que él entendía quizás, de qué va, cómo son nuestras fiestas, cómo festejamos,
– Exactamente. Entonces, digamos, todas las fiestas son muy performáticas en todos los Andes, entonces es performático, es, ah, no, entonces el traje y el traje tejido, y tiene todo un bordado, y está en lavanda, de vientos, y hay baile, y hay bebida, y hay comida, y festejamos.
Sí, él logró representar eso en su arquitectura, es una cosa increíble.
– Sí, tal cual, tal cual.
Y te pregunto también, porque, bueno, forma parte también de la muestra, de tus fotos, las citas, que son estas miniaturas, que uno las puede ver, una representación de eso, se puede ver en la Argentina también, por ejemplo, en la difunta Correa, o…
– Tal cual.
¿No? O en el Auchito Gil, o Auchito Gil, En la difunta Correa yo he visto, cuando estuve ahí en San Juan, casitas, o cochecitos, Que es algo, es eso,
– Sí.
Claro.
– Sí, sí, sí, es una manifestación del deseo. En las culturas se hacen de muchos modos, por ejemplo, en Japón, ¿viste?
Sí.
– Escriben en un papelito un día en el año, lo cuelgan en cañas de bambú, y hacen todo un afogato con esas cañas de bambú, con esos deseos.
Claro.
– Un poco tomar conciencia de cuál es tu deseo para durante el año trabajar a partir de eso. La característica que tiene esta festividad en Bolivia es que ellos hacen unas miniaturas muy preciosas de todos esos deseos que yo al principio dije, bueno, los deseos, ¡buah!, ¿qué será? Amor, salud, como una cosa así muy general.
Claro.
– Y cuando llego a la feria, el nivel de sutileza era una cosa…
Impresionante.
– Enloquecedora, Yo me enamoré así. Entonces tenés, por ejemplo, unos negocios, pequeños negocios, que deben medir 15 por 20, una maquetita de una ferretería, de una carnicería, de una casa de lana, de un café, de un locutorio con internet, no sé, cualquier cosa, y así al infinito, Es muy, digamos, y ellos, entonces, ese deseo lo hacen en maqueta, como amuleto para todo el año, para vos recordarte cuál es tu deseo, para que el resto de la gente que te rodea también sepa cuál es tu deseo, como algo vital, ¿viste? Como que eso, si vos recordás eso, termina siendo, hay algo que se vitaliza.
Además de las fotos, hay un trabajo de artistas que dialogan ahí con la obra, los nombramos Narda Alvarado, Iván Cáceres, Cristina Collazos, Miguel Hilari y Claudia Joscovics, ¿cómo es esto? Perdón, y también uno de Ecuador, Tina Shala, ¿cómo es este juego ahí entre la foto y estos trabajos?
– Sí, mirá, lo que nosotros, la propuesta que tomamos fue que la arquitectura o estos mismos edificios, no es que vino un extraterrestre, lo aterrizó ahí y bueno, está ahí, es maravilloso, sino que estos edificios se tejen en una comunidad, o esa comunidad termina tejiéndolos. Entonces, esos edificios tienen muchos vínculos con la parte social, con la parte económica, con los recursos comerciales, los Aymaras son muy comerciantes, también la ciudad tiene una feria inmensa, como de 12 kilómetros, al aire libre los jueves y los domingos, y esa feria, o sea, estos edificios están completamente vinculados con esa feria, los dueños de estos edificios todos tienen puestos en esa feria, Entonces, como la cuestión del vínculo, con muchas otras cosas que suceden en la ciudad. Hay vínculos políticos también. Entonces, estos artistas traen como narraciones o detalles de esa ciudad en otro sentido. O sea, están mis fotos, pero digo, también traemos como unos ecos, como si fueran, bueno, unas resonancias como de otras materialidades que tienen que ver con todo este universo. Esa sería la propuesta.
¿Muchas veces seguís yendo? ¿Cómo es tu contacto con el lugar?
– Sí, mirá, yo viví en tanta parte de mi vida, a partir de 1993 yo empecé a viajar a Bolivia, y me enamoré de Bolivia, entonces viajaba, iba a hacer fotos, o sea, iba de vacaciones, pero medio como que iba a hacer fotos. Y bueno, en 2015 decido comenzar a hacer el ensayo sobre la festividad de Alhacita, y ahí en paralelo empiezo a explorar el tema de la arquitectura neoandina en el alto, y termino desarrollando los dos ensayos en paralelo. Así fue la historia. Y voy, sí, fui. Desde el 2015 fui varias veces para hacer todo esto, en el verano.
¿Y el tema de fotografiar, tenés que tener como un contacto previo con la comunidad? ¿Es algo que a ellos les gusta? ¿Lo permiten? ¿Tenés que hacerlo con cautela, con discreción?
– Mirá, ellos están muy en la suya, medio como que no les interesamos mucho.
Me parece perfecto.
– Estamos trabajando.
Claro.
– Estamos trabajando, como que no es que, ¡ay, qué lindo que vengas a hacerme una foto! Como no, es como… Entonces, bueno, tenés que ir ahí, ir viendo cómo haces la llegada, cuáles son tus charlas con los dueños, a veces las charlas son larguísimas. En realidad, cualquier trabajo fotográfico que quieras hacer un poco extenso, tenés que permanecer en… de cualquier cosa. Sea de un árbol, sea de un equipo de fútbol, sea de…
Sí, el click es la última parte de un trabajo mucho más largo.
– ¿Cómo?
No, el click, digo, en la cámara es la última parte de un trabajo mucho más largo.
– Sí, yo siempre les digo, yo soy profe también, y siempre les digo a mis alumnos, la producción es casi, capaz el 60% de que vos logres conseguir una imagen. O sea, porque cómo te pones vos ahí para poder hacer esa foto, es lo que te da el seagull, no, listo, no te dejaron pasar, bueno, listo, me hiciste la foto.
Sí.
– Como sea donde sea. Así que sí, bastante producción en una ciudad a 4.160 metros sobre el nivel del mar, así que como, afrontando como esa…
¡Despacito!
– De ciudades, despacito, con paciencia.
Creo que es lo más alto de Bolivia,
– Es lo más alto, por eso se llama El Alto.
Sí, sí, es una de las ciudades más altas.
– Es muy hermoso La Paz, y El Alto ahora hay toda una red de teleféricos muy hermosos, yo siempre les digo a mis amigas que si van a La Paz no más, van y toman todos los teleféricos y se vuelven ya, vuelven con algo para contar, o sea, como una emoción muy grande. No sé, es muy factible ir.
No, no es una ciudad, vos me preguntabas, ¿se enojan? No, no se enojan, digamos, hablamos también en el mismo idioma.
Absolutamente.
– Digo, hay que ir con paciencia y digo, si hay una fiesta es como tu casamiento y viene alguien que no conoces y le decís ¿qué haces acá?
Sí, obvio.
– Es un poco, digo, porque no son diferentes a nosotros. Cualquier… vos estás festejando tu cumpleaños de 15 de tu hija y quiere entrar alguien en el salón y es ¿quién sos uno?
Sí, por supuesto.
– ¿Por qué me estás interrumpiendo mi fiesta?
Por supuesto.
Cheje Futurismo, arquitectura de Freddy Mamani, fotografías de Florencia Blanco, que puede verse en la sala 2 de la Fundación La Rivera, allí en Caboto 564, en La Boca.