El Cine Club Núcleo comenzó esta semana su temporada número 70, estableciéndose como un bastión inquebrantable de la cultura cinematográfica en la Ciudad de Buenos Aires. Fundado en 1952 por Salvador Samaritano, conocido como el «Negro», este club de cine ha mantenido viva una tradición que combina el cine de autor con lo comercial, ofreciendo a sus miembros la oportunidad de disfrutar de preestrenos y de participar en nuevas experiencias sociales y culturales. Entre los eventos más esperados del año, el club se reúne todos los martes en el Espacio Inca Cine Gaumont, así como dos fines de semana al mes, con una dedicación inflexible a la magia de ver cine, precisamente, en un cine.
Alejandro Samaritano, hijo del fundador y actual director del Cine Club Núcleo. Alejandro compartió con nosotros detalles sobre la innovadora programación del club, los desafíos de preservar la experiencia cinematográfica tradicional en la era digital, y sus apreciados recuerdos personales de crecer entre proyecciones.
«Siempre arrancamos la temporada el primer martes de febrero», explica Alejandro al reflexionar sobre el inicio de este nuevo ciclo. Esta temporada comenzó estrenando «A Child from Heaven», que en Argentina toma el nombre de «Conspiración Divina», una película ambientada en Egipto que fue recibida con entusiasmo por el público del Núcleo. «Es una producción cuya calidad recomendamos muchísimo», asegura Alejandro, al tiempo que menciona que las funciones continúan con preestrenos los martes y domingos, mientras los jueves se dedica a ciclos de revisión en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malva), impulsados por Fernando Peña.
Al preguntarle a Alejandro si la esencia del Núcleo ha cambiado a lo largo de los años, siendo el cine también un fenómeno en constante transformación, responde: «Siempre tratamos de ofrecer material alternativo y difícil de encontrar, protegiendo la experiencia de ver películas en el cine». Añade que aunque han surgido plataformas que facilitan el acceso a todo tipo de contenido, el club sigue apostando por un cine de autor, que proviene de países que no suelen dominar la industria, «resaltando siempre la calidad y buscando satisfacer el gusto del espectador del Núcleo, que conocemos muy bien».
El legado del cine comercial entrelazado con lo artístico no es claro, comenta Alejandro, poniendo como ejemplo a los populares hermanos Coen. «A veces, una producción de Hollywood puede tener calidad y seguidores aquí que son muy adeptos», dice. Las grandes producciones no siempre quedan fuera de su programación.
Dentro del cálido ambiente del Cine Club Núcleo, las funciones se caracterizan por el respeto hacia la proyección y hacia los otros espectadores. Alejandro cuenta una anécdota reciente sobre su visita a ver «Los Espíritus de la Isla», una película cuyo disfrute se vio obstaculizado por el ruido del público. «En Núcleo, eso no pasa. El público valora los silencios, apaga sus teléfonos y respeta al otro espectador», afirma con orgullo. Es este entorno de reverencia lo que contribuye a las discusiones apasionadas en los pasillos tras cada función, una tradición que se ha mantenido viva a lo largo de los años.
Históricamente, el club también fue trascendente en sus actividades, organizando viajes a Uruguay durante años de censura en Argentina para permitir a los socios ver películas que de otro modo habrían estado vetadas. Este tipo de iniciativas de antaño han dejado una marca indeleble, perpetuando la narrativa de Núcleo como un bastión de lucha por la libertad cultural.
El impacto de Núcleo va más allá de sus demostraciones de películas; es un espacio para la interacción social y cultural. Como revela Alejandro, «Esos debates espontáneos en el hall del cine, en los cafés cercanos, son un plus especial». Esto hace de Núcleo no solo un lugar para ver cine, sino para formar conexiones, donde incluso, menciona, se han creado muchas parejas.
En cuanto al acceso para convertirse en socio del Cine Club, Alejandro invita a los interesados a acercarse en las funciones del martes al Gaumont, o a contactarlos por correo electrónico. Una tradición que ha visto momentos de esplendor, ahora busca incrementar su número de miembros, tras las bajas sufridas durante la pandemia.
Con una rica historia de 70 años, el Cine Club Núcleo no solo sigue siendo relevante, sino que continúa honrando a sus raíces mientras se adapta al futuro. El ánima del club, infundida por la pasión de Salvador Samaritano y mantenida con esmero por su hijo Alejandro, sigue inspirando a generaciones completas de cinéfilos en Buenos Aires. «Son los primeros 70 años», afirma Alejandro, «No creo que esté celebrando los próximos 70, pero esperamos llegar a celebrarlo». La historia de Núcleo es, sin duda, una muestra vibrante de cómo el cine puede ser una plataforma de aprendizaje, conversación y comunidad en un mundo continuamente cambiante.