En conversación con Michelle Ikowis, la voz joven y dinámica detrás de la coordinación del equipo de guías del museo, se destaca la importancia de que «sean jóvenes quienes cuenten la historia de una joven como Ana Frank». Ella explica con pasión que las visitas guiadas, realizadas por jóvenes de entre 15 a 25 años, son una experiencia enriquecedora tanto para los visitantes como para los guías que participan: «Ponemos en valor que son jóvenes contando la historia de una joven y transmitiendo ese legado también».
Un Espacio Renovado para la Memoria
El museo, ubicado en Superí 2647, abre sus puertas con un recorrido que explora de manera conmovedora e interactiva la historia de Ana Frank, enmarcada en el contexto oscuro del ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Michelle detalla las novedades del recorrido y enfatiza que la sala principal del museo ha sido renovada para ofrecer “una línea de tiempo que cuenta sobre la historia de Ana Frank y su contexto histórico”.
Además de brindar una visión profunda del periodo, el museo pone especial atención en personalizar las tragedias humanas detrás de los números fríos de la historia. La recreación escenográfica del famoso «anexo secreto» busca devolver «la humanidad a las víctimas», permitiendo a los visitantes experimentar de manera tangible las limitaciones del escondite donde la familia Frank vivió en un intento por eludir la persecución.
Otro componente crucial es la inclusión de la historia argentina en el recorrido. «Tenemos otra sala en la que hablamos sobre la última dictadura cívico-militar de la Argentina,» explica Michelle. Esta adición busca vincular estos episodios trágicos, resaltando cómo los mecanismos de represión y violación de derechos humanos se han repetido en distintas geografías e instancias históricas, recordando que estos «no son procesos que solamente quedan en Europa, en Alemania».
Objetos que cuentan historias
Al preguntarle sobre las colecciones que el museo exhibe, Michelle puntualiza en la incorporación de más de 30 objetos originales que cargan con décadas de historia y memoria. Desde candelabros judíos hasta radios utilizadas para la propaganda nazi, y objetos que pertenecieron a la resistencia, cada pieza cuenta una historia única y personal. Michelle comparte, «Los objetos cuentan historias para nosotros,» y destaca donaciones significativas de sobrevivientes del Holocausto que enriquecen aún más este mosaico histórico.
Entre los recientes añadidos al museo se encuentra una medalla otorgada a los «Justos entre las Naciones,» reconocimiento dado por el museo del Holocausto de Israel, Yad Vashem, a aquellas personas que, sin ser judías, arriesgaron sus vidas para salvar a judíos durante el Holocausto. Esta pieza resalta historias de valentía y solidaridad en tiempos de oscuridad.
Educación y compromiso joven
La educación desempeña un papel fundamental en la misión del museo, y Michelle detalla cómo las visitas escolares enriquecen la propuesta educativa: «Las visitas para los colegios duran más tiempo, duran una hora y media, entendiendo y dejando ese espacio para que los alumnos puedan preguntar.» La metodología de guías jóvenes explicando a sus pares crea un vínculo especial en el aprendizaje, fomentando un ambiente de apertura y reflexión.
En respuesta a las dinámicas cambiantes tras eventos globales como los recientes conflictos en Gaza, el museo ha mostrado adaptabilidad y un mensaje pacifista claro. En esta línea, el museo trabaja con organizaciones como Mujeres Activan por la Paz y Mujeres del Sol para promover «una solución pacifista desde los dos puntos,» según destaca Michelle. La respuesta del público ha sido positiva, evidenciada por el incremento de visitas escolares y de individuos interesados en entender y aprender de estas lecciones históricas.
La historia personal de Michelle Ikowis
Michelle también compartió generosamente su propia trayectoria en el museo, desde que se unió como guía voluntaria a los 18 años. Como ella relata, «Las capacitaciones duran dos días, viernes y sábado, de 9 a 18 horas,» y son el comienzo de un recorrido que la llevó, con solo dos años en el museo, a coordinar un equipo de guías. Muchas historias como la suya han inspirado a nuevos voluntarios, quienes motivados por lecturas como el diario de Ana Frank, esperan con ansias cumplir los 15 años para poder sumarse como guías.
Los recorridos en el Museo Ana Frank se extienden en un horario especial de verano de jueves a domingo, de 14 a 19 horas. Los visitantes pueden disfrutar de descuentos los jueves y viernes, una oportunidad para que más personas accedan a esta experiencia enriquecedora. La entrada general tiene un valor de 5 mil pesos, con tarifas reducidas para docentes, y entrada libre para estudiantes, jubilados y menores de diez años. De esta manera, el museo reafirma su compromiso con la memoria histórica y con el acceso inclusivo a la educación y la cultura.
Este verano, el Museo Ana Frank de Buenos Aires nos invita a todos a entrar en contacto directo con la historia y a formar un puente hacia un futuro de paz y comprensión. Como Michelle Ikowis subraya, el museo es no solo un reflejo del pasado, sino una puerta abierta al diálogo y la reflexión para construir un futuro mejor.