El estreno de «No Soy Frida», tuvo lugar el pasado viernes y para sorpresa de su creadora, fue recibido con una inesperada cantidad de risas del público. «La obra es una comedia, nos sorprendió mucho que el público la encontrara tan divertida desde el principio hasta casi el final, aunque hacia el cierre toma un giro más dramático», revela Florencia Berthold. Este elemento humorístico, según explica, no estaba del todo anticipado durante el proceso de ensayo, pero demuestra cómo las historias más personales de Frida pueden resonar con ligereza en el alma de los espectadores.
Sumergirse en el mundo de Frida Kahlo no es una tarea sencilla, dadas las múltiples capas de complexidad que rodean la vida y obra de la pintora. Berthold decidió explorar un episodio particularmente intensivo de su vida: la relación triangular entre Frida, Diego Rivera y Cristina Kahlo, en la emblemática Casa Azul. «Lo que me interesó fue abordar esa parte de la vida de Frida que yo misma desconocía», explica Bertoli. Descubrió el rol significativo que jugó Cristina, hermana favorita de Frida, en las complejidades amorosas de Frida y Diego. «Cristina fue el único motivo por el que Frida llegó a divorciarse de Diego, al descubrir su amorío. Esto, sin embargo, nunca llegó a resolverse completamente antes de su muerte», añade, revelando uno de los aspectos más intrigantes y dolorosos de la vida de Frida Kahlo.
La obra intenta reconstruir a Frida desde la percepción de sus seres más cercanos. «Es un juego de roles, donde Diego y Cristina no son solo ellos mismos, sino cómo Frida los veía; cómo ellos ayudaron a crear a la Frida que conocemos», dice Berthold. Este enfoque teatral convierte la obra en un homenaje no solo a Frida, sino también a las relaciones complejas y definitorias que la acompañaron hasta el final de su vida.
Para Berthold, la construcción de una obra basada en personajes históricos conlleva tanto documentación como creatividad. «Al principio, prefiero no investigar excesivamente para no rigidizar el proceso creativo. Quiero que la ficción tenga su espacio», comenta, haciendo hincapié en el balance que busca entre la realidad histórica y la narrativa teatral.
La génesis del proyecto nació de un encuentro fortuito entre Berthold y Mavi Shunes, quien interpreta a Frida Kahlo. «Mavi siempre quiso hacer algo sobre Frida, y cuando coincidimos, todo comenzó a encajar», relata Bertoli. Junto a un dedicado elenco formado por Brian Ross (Diego Rivera) y Martina Simeoni (Cristina Kahlo), la obra empezó a tomar forma y vida propia.
La puesta en escena de «No Soy Frida» es una interpretación surrealista del universo de Kahlo. «La cama de Frida, que es un elemento central, muta en diferentes formas durante la obra. La luz juega un papel esencial, llevando la puesta a un nivel casi onírico», comenta Berthold sobre la escenografía y la iluminación. Estas elecciones estéticas, inspiradas pero no imitativas del mundo visual de Kahlo, ofrecen al público una experiencia sensorial que trasciende la mera reproducción del imaginario fridiano, convirtiéndolo en «algo que se siente casi como una película de Tim Burton», en sus propias palabras.
En cuanto a la respuesta del público en este primer encuentro, Berthold destacó la diversidad de la audiencia, desde seguidores de Frida hasta aficionados al teatro, lo que generó una atmósfera vibrante y llena de intercambio. «Había una mezcla de público, de amigos, de prensa, y de gente que simplemente ama a Frida. Eso le dio una energía muy especial a la noche», indicó.
«No Soy Frida» se presenta los viernes a las 20:00 horas en el Teatro El Grito, situado en Costa Rica 5459, Buenos Aires. Las entradas pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral. Además, Berthold también dirige «Vincent el Loco Rojo», otra innovadora puesta en escena sobre Vincent Van Gogh, que se presenta en el mismo teatro los sábados.
Florencia Berthold nos invita a adentrarnos en las recovecos no explorados de figuras icónicas, recordándonos que las grandes historias, cuando se les da una nueva voz, pueden resonar de maneras insospechadas, dejando una marca indeleble en la percepción artística y emocional del espectador. «Espero que la gente venga y se deje llevar por esta Frida nuestra, que es un poco de todos», concluye.