La serie de retratos que hoy conforman «Invisibles» nació en 2018, cuando Reinoso, entonces con su taller ubicado en el barrio de Almagro, fue testigo del creciente fenómeno social de las familias sin hogar. «Veía día a día cómo crecían las familias viviendo en la calle», comentó Reinoso en una reciente entrevista. Pero lo que distingue a Reinoso es su capacidad para no desviar la mirada, para detenerse a escuchar. Él mismo narra: «Yo con mi trabajo siempre me dedico históricamente a contar historias y trabajar sobre las ciudades y sus diferentes características, y en esta oportunidad me parecía que era importante mostrar un poco lo que estaba pasando.»
La serie nace del vínculo humano que Reinoso forjó con quienes vivían en la calle, compartiendo cafés e historias. «Estuve casi 15, 20 días compartiendo un café, una bandeja de comida que compraba ahí en unos chinos», recordó, profundizando en los relatos de esas personas, muchas de las cuales habían sido recientemente despedidas, sin poder costear siquiera una pensión. Tiempo después, algunas de estas familias desaparecían sin más, su destino incierto. Este impacto se convirtió en el germen de «Invisibles».
Con una mezcla de personajes reales y ficcionados, Reinoso busca «interpelar, poner un poco sobre la mesa esta problemática» que muchos prefieren ignorar. «A veces nosotros es como que nos curtimos, viste?», señala, apuntando a la indiferencia general que se ha vuelto común, una cáscara que sus obras intentan raspar. «Invisibles viene a ser ese dedo que, viste, raspa la cascarita, hasta que en algún momento te vas a dar cuenta que duele».
La técnica del collage: Re-significar materiales
Reinoso utiliza el collage como técnica para dar vida a estas historias y asegurar que los materiales utilizados cuenten su propio relato. «Los primeros Invisibles fueron dibujos… pero con el paso del tiempo… me quedaba corto la manera de representar la temática». Fue entonces cuando se adentró en el mundo de los ensambles y del collage, explicando que «todo lo que ves ahí son materiales encontrados, no hay nada que sea comprado». El cartón, recurso central de su obra, proviene de recicladores urbanos, traído por amigos de una cooperativa. «El cartón es como, pasa de ser abrigo a ser refugio… y termina siendo un recurso para mí», relata el artista.
La elección de materiales se convierte en una metáfora visual del ciclo de vida, resistencia y refugio que estas familias experimentan. Este enfoque no solo complementa la temática de su trabajo, sino que también proporciona un sentido de historia y sustancia a cada pieza.
Una colaboración internacional
La visibilidad de la obra de Reinoso trascendió fronteras a través de una crónica realizada por la periodista alemana Amaya Schirle, quien escribió sobre él tras conocerlo por casualidad. Mientras visitaba una muestra diferente de Reinoso, Schirle, impactada por el uso del cartón en la exhibición, se topó con «Invisibles» en las redes sociales y decidió incorporarlo en su nota. Esta colaboración fortuita llevó a que su artículo fuera publicado en Geo, una reconocida revista internacional, destacando el crudo realismo y la sensibilidad del trabajo de Reinoso.
De una infancia marcada por el arte a un grito de conciencia social
Gustavo Reinoso no es un recién llegado a la expresión a través del arte. Su infancia, tal como describe, fue moldeada por la creatividad y la observación del entorno, a menudo reflejada en el vibrante mercado donde sus padres tenían una fiambrería. Su primer acercamiento al arte fue plasmar sus dibujos en papel de envolver fiambre, una caricia precoz con el reciclaje y la ilustración espontánea que lo ha seguido hasta hoy. «Vendía mis dibujos a las clientas», recuerda, entre risas, rememorando cómo una vez que vendía una obra, iba al kiosco a comprar revistas de Condorito.
Reinoso también relata anécdotas de su juventud, mencionando cómo su precoz incursión como vendedor de jazmines le dio un sentido temprano de lo que es vivir en la calle, «me subía a un cajoncito de Coca-Cola para llegar al mostrador… y le liquidaba los jazmines en dos horas». Estos relatos de infancia están intrínsecamente entrelazados con una conciencia social que permea su obra actual.
Una reflexión sobre la evolución de la calle
En su reflexión sobre el contraste entre la calle de su infancia y la de hoy, Reinoso aporta una perspectiva histórica. «La pobreza tenía un cierto grado de dignidad», dice al recordar su niñez, señalando cómo la población debía contendearse con menos, pero la comunidad aún estaba presente. Hoy, las divisiones se ven exacerbadas, remarcadas por oleadas de desinformación, «los problemas también se fueron agudizando». Su experiencia revela una decadencia en la empatía general, una desconexión que precisamente «Invisibles» intenta erosionar.
«Invisibles, Historia sin Sombra» es más que arte; es un acto de responsabilidad social. A través de su narrativa visual, Gustavo Reinoso nos invita a ver, sentir y, sobre todo, a no olvidar. La muestra estará abierta al público hasta el 12 de septiembre, y es una oportunidad imperdible para aquellos dispuestos a abrir sus corazones a las historias que nunca debieron estar en la sombra.