En una interesante conversación, Liliana Varela, Secretaria de Patrimonio de la Nación, profundiza sobre el valioso vínculo entre la naturaleza, la historia y la cultura que se teje en los jardines de los museos de Argentina. Varela subraya la importancia de estos espacios no solo como refugios estéticos, sino también como escenarios propicios para la educación y la recreación cultural.
“El Museo Fernández Blanco es solo uno de los muchos ejemplos de espacios que combinan historias con belleza arquitectónica y natural,» comenta Varela. Localizado en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta con un jardín que se ha convertido en un remanso para los que buscan un respiro en medio del ajetreo urbano. “Es un jardín precioso,” remarca Varela, añadiendo que estos jardines son perfectos para disfrutar de la calma además de las habituales exposiciones.
La conversación pone en valor no solo los museos porteños, sino también aquellos dispersos a lo largo del territorio argentino. Entre ellos, Varela destaca el Museo de Arte Decorativo, establecido en el famoso Palacio Alvear Rasuri, que dispone de un espacio exterior bien cuidado, interpretado como una manifestación extra de arte en sí mismo.
Por otro lado, el Museo Casa de Ricardo Rojas en Buenos Aires ofrece un jardín que, según Varela, «es un remanso» donde el visitante puede encontrar refugio tanto para el alma como para el cuerpo. Este lugar se encuentra en un silencio predominante, casi mágico, lo que lo hace ideal para una tranquila escapada dentro del bullicio citadino.
Varela también invita a explorar el Museo Irutia en el barrio de Belgrano, un espacio que armoniza arte y naturaleza en sus jardines llenos de esculturas. Esta combinación permite que el museo se sienta como un aislado paisaje de tranquilidad.
Asimismo, no solo los jardines de los museos en Buenos Aires resaltan. Varela anima a descubrir las estancias jesuíticas en Córdoba, como la de Jesús María y Altagracia, declaradas Patrimonio de la Humanidad. “Son dos lugares fantásticos,” asegura Varela, describiendo cómo estos sitios permiten hundirse en un pedazo de historia en medio de extensos terrenos perfeccionados por la mano del hombre y la naturaleza.
A su paso, el Palacio San José, con sus vastos jardines y legado histórico, sobresale como un destino imperdible. Urquiza lo diseñó con la modernidad en mente y Varela describe su historia detalladamente, evidenciando cómo este palacio ha acompañado y marcado diferentes etapas del país.
Toda esta invitación a los jardines de los museos se completa con una agenda cultural que complementa y enriquece la visita. Varela destaca que hay diferentes actividades, como «canciones de colección» y conciertos, junto a una oferta literaria enriquecedora organizada por la Secretaría de Cultura. “Es una propuesta para disfrutar, escuchar buena música rodeados por la belleza natural,” afirma Varela, subrayando el propósito educativo y de disfrute de estos espacios.
Además de las actividades artísticas y culturales, Varela destaca la función educativa de los museos. “Hemos intensificado las actividades de lectura y talleres,” indica. Esta iniciativa, en consonancia con el Plan Nacional de Alfabetización, ofrece a los niños y jóvenes una puerta a la literatura y a la exploración artística en el multicultural marco de los museos argentinos.
La promoción de la lectura se desarrolla en colaboración con la Biblioteca del Congreso que, con sus narradores y diversidad de libros, transforma la experiencia de los niños y jóvenes en algo fascinante. “A los chicos les encantan las historias bien contadas,” asegura Varela.
La revitalización de estos espacios subraya un cambio esencial en el paradigma de los museos. Varela sostiene que la transición del «conocimiento al disfrute” está llevando más gente a los museos, quitando la barrera social que alguna vez existió y permitiendo que más y diferentes públicos encuentren en estos jardines y museos un espacio de aprendizaje y disfrute.
Para acceder a la programación, Varela recomienda visitar el sitio de Buenos Aires Gov Arts, donde se detalla la grilla completa de actividades, desde recitales hasta talleres educativos.
En resumen, los jardines de los museos nacionales y porteños se presentan como un imperdible refugio natural y cultural que promueve el conocimiento, el disfrute y la apreciación del patrimonio histórico y artístico de Argentina. «Pasar del conocimiento al disfrute es un paso importante,» concluye Varela, redefiniendo la relación del público con los museos y revelando una Argentina pujante en cultura, historia y naturaleza que sigue apostando por una sociedad más educada e inspirada.