Mientras los tambores de la preparación resuenan, Ariadna Bufano, una titiritera de larga trayectoria en el grupo, nos ofrece una visión íntima de los retos y emociones en torno a esta puesta en escena. «Es una obra que Ramón del Valle-Inclán escribió en 1909», comenta Bufano, enfatizando la vigencia impresionante de un texto que, a sus más de 115 años, continúa resonando con temas actuales. Sus palabras nos llevan al interior de un proyecto ambicioso y desafiante: adaptar un texto originalmente destinado a adultos para el mundo de los títeres y el público infantil.
La trama central se deja ver como un espejo de cuentos de hadas, con un príncipe exiliado que desafía los mandatos de su padre para liberar un espíritu burlón encarcelado. Bufano desglosa la narrativa: «Hay una fábula donde hay un príncipe que es exiliado…y emprende un viaje». Estas pericias clásicas se entrelazan con el contemporáneo desafío de enfrentar normas autoritarias y las sombras de un reino en decadencia, elementos que constatan la modernidad de la propuesta de Valle-Inclán.
Un matiz esencial de esta adaptación yace en la técnica de títeres utilizada, conocida como «técnica de piernas prestadas». Bufano explica que «las piernas del titiritero son parte del cuerpo del títere y el cuerpo del títere de la cintura para arriba va agarrado a su cuerpo y lleva en una cabeza». Este método no solo humaniza a los personajes en escena, sino que desafía al elenco a manejar tamaños casi más grandes que humanos en una danza de narrativa y actuación.
El reto, al parecer, se magnifica al incluir una de las criaturas principales: el dragón. «No es un dragón entero, es un dragón que entra por partes», describe Bufano, pintando la imagen de un procedimiento titiritero que mezclado con innovación y creatividad da vida a un animal místico en la narración. «Es muy titiritero el dragón…se juntan en el centro del escenario y conforman el cuerpo».
Los esfuerzos no se quedan únicamente en la creación de los personajes, sino en el continuo cuidado de los mismos. «Hay todo un equipo junto con los utileros…si algo se rompe, por supuesto enseguida lo arreglan», asegura la directora, reflejando un compromiso con el mantenimiento que va más allá del telón.
Esta versión no se conforma con ser solo un evento teatral, sino que interpela a la comunidad. «Lo lindo de ahí, ¿sabes qué? Es la presencia del barrio», exalta Bufano, quien solícita un vínculo con el pueblo de Mataderos, ávido por regenerar la conexión cultural que los titiriteros ofrecen.
Con presentaciones los sábados y domingos de noviembre a las 17 horas en el encantadormente recuperado Cine Teatro El Plata, «La Cabeza del Dragón» promete ser un espectáculo que suscitará risas y reflexiones. Bufano cierra con gratitud: «Esperamos el año que viene poder reponerla», señalando un compromiso perpetuo con el intercambio artístico que esta obra emblemática promete seguir susurrando a los espíritus abiertos.
Este despliegue de creatividad y empeño nos recuerda, una vez más, la magia y el valor de los clásicos eternos reimaginados a la luz de nuestro tiempo. «La Cabeza del Dragón» no solo es un retorno al cuento tradicional, sino una audaz declaración sobre la frescura de las historias bien contadas y cómo, cuando encuentran su camino hacia el corazón correcto, transcienden épocas y contextos.