La Minga: Un espacio cultural que florece en el corazón de Boedo

La Minga: Un espacio cultural que florece en el corazón de Boedo

Enclavado sobre la calle Massa 1165, a sólo pasos de la emblemática esquina de San Juan y Boedo, La Minga se posiciona como un epicentro cultural que alberga «talleres, espectáculos, ferias de emprendedores, muestras, exposiciones y muchas actividades más», explica Mezzano. Con nueve años de trayectoria, La Minga ha logrado «sostenerse y crecer», comenta, respetando su esencia de renovación constante. “Es un lugar que se viene sosteniendo hace muchos años y que viene creciendo, y también como renovándose la gente, y bueno, con distintas propuestas”, detalla Julián.

El nombre del centro cultural, «La Minga», se inspira en un término quechua que significa «hacer colectivo», reafirmando su compromiso con el trabajo comunitario y la colaboración. Julián rememora esta inspiración: “La Minga que es como un hacer colectivo, un hacer entre todos”. Esta filosofía se hace tangible en iniciativas como «La Minga de la Minga», un evento anual en el que la comunidad se reúne para embellecer y reparar la casona que acoge el centro.

El 2020 marcó un desafío significativo debido a la pandemia de COVID-19. No obstante, Laminga adoptó la virtualidad para seguir adelante. «Si bien estuvo la virtualidad, tuvimos que poner mucho el cuerpo, y nos reinventamos bastante», recuerda Mezzano. La adaptación incluyó la transición de talleres y espectáculos al formato virtual, a pesar de los obstáculos tecnológicos, como el desfase de sonido en clases de música, que dificultaron la fluidez de las actividades. Sin embargo, Julián asegura que «fue complejo, pero pudimos sostener en esos años, sobre todo el 2020, que fue muy duro de pandemia».

Hoy, con la presencialidad nuevamente restablecida, la oferta de talleres de La Minga es más diversa que nunca, abarcando desde propuestas corporales como yoga y tai chi, hasta disciplinas artísticas como artes visuales y danza. «Intentamos que haya propuestas diversas», comenta Mezzano, destacando también la flexibilidad económica del centro. Aplican una «política de valor sugerido» para garantizar que el acceso a la cultura no esté limitado por motivos económicos.

El impacto de La Minga en la comunidad local es innegable y ha ido más allá de lo esperado, atrayendo también a personas de otros barrios gracias a eventos como el festival «Mingueros». «Primero es conectar con el barrio, tener un buen vínculo, hacerse conocer», describe Mezzano sobre el crecimiento del centro, mientras añade con orgullo: «Te sorprendes, mirá desde dónde se viene, y pasa, pasa, que hay gente que hace ese esfuerzo porque le gusta la onda de la casa, porque apuesta por la minga».

Más allá de ser un espacio de cultura, La Minga ofrece opciones para quienes desean contribuir al proyecto a través de membresías asequibles o participando en sus múltiples actividades. Además, el espacio está disponible para alquileres, facilitando eventos privados y espectáculos, lo que amplía aún más su alcance y conexión con la comunidad.

El compromiso de La Minga con la cultura y la comunidad es evidente, y su influencia se extiende mucho más allá de los límites del barrio de Boedo. Desde las vibrantes noches de samba hasta las inclusivas sesiones de Tango Queer, cada actividad en La Minga refleja un mosaico de creatividad e inclusión.

Al despedirse, Julián Mezzano agradece la oportunidad de visibilizar el trabajo del centro. “A ustedes, muchas gracias por el espacio y por, bueno, visibilizarnos un poquito más”, concluye, resaltando una vez más el calor humano y el espíritu colectivo que han sustentado a La Minga a lo largo de estos nueve fructíferos años.