Para abordar esta iniciativa, conversamos con Julieta Zamorano, Presidenta de la Fundación Augusto y León Ferrari Arte y Acervo, quien es también nieta del célebre artista. Su entusiasmo y dedicación han sido cruciales para el desarrollo de este proyecto. «Nosotros tenemos relación con la escuela desde 2018», explica Julieta, «que fue cuando decidieron ponerle el nombre de León Ferrari a la galería. Para nosotros fue una sorpresa total, un compromiso grande».
La herencia de León Ferrari
León Ferrari es conocido no solo por su maestría artística, sino por su compromiso con las causas sociales y los derechos humanos. Su arte ha servido de voz para muchas injusticias, utilizando la palabra y el simbolismo visual como herramientas poderosas. Julieta reflexiona sobre qué diría León en la actualidad: “León es un artista de las causas humanas. Hoy estaría sin duda manifestando su postura frente a las violaciones de los derechos humanos, como lo hacía en vida”.
Esta sensibilidad y activismo se reflejan también en la obra de María Brizuela, una exalumna de la escuela que encontró en el arte una forma de expresión poderosa. «María utiliza palabras al igual que León, y de alguna manera expresa lo que está viviendo», comenta Julieta. «Fue maravilloso ver cómo sus obras dialogaron con las de mi abuelo en la galería».
El legado continua: La función social del arte
La colaboración entre la Fundación y la Escuela Isauro Arancibia no solo potencia el arte, sino que también subraya la importancia del mismo como transformador social. «La obra de León, y en el caso de María y la Escuela Isauro, sirve mucho para darle sentido a estas vivencias tan tremendas que vivimos», dice Julieta. «El arte, como decía León, quizá no sea una revolución, pero para algo sirve, para lo que las palabras no pueden expresar».
Este proyecto tiene la misión de derribar barreras y demostrar que el arte no es propiedad exclusiva de las élites. La Galería León Ferrari se presenta como un espacio inclusivo, alejado de los circuitos convencionales. «Es extraordinario porque se impone diciendo: puede haber una galería en una escuela, en zona sur, y nosotros podemos gestionarla con el mismo nivel que cualquier otra galería», sostiene Julieta.
Educación y arte en acción
Más allá de su función como galería, la escuela es un lugar de múltiples aprendizajes y actividades. Ofrece talleres de peluquería, costura, computación, una bicicletería, y un jardín de infantes. «Es una escuela muy viva que está sucediendo», afirma Julieta, destacando la viveza del proyecto educativo y su impacto social.
Al recordarnos que Isauro Arancibia, quien da nombre a la escuela, fue un maestro asesinado durante la última dictadura militar, Julieta destaca un paralelismo entre él y su abuelo: “Ambos eran jóvenes con ganas de transformar el mundo. Y yo creo que lo hicieron”.
Un compromiso con el futuro
La apertura de la galería no es el final; es el principio de un proyecto vivo que se nutre de nuevas propuestas e intercambios. Próximamente, se llevará a cabo una subasta de obras que servirá de puente para nuevos encuentros culturales. Además, el Taller Ferrari, donde el artista trabajó por última vez, está abierto al público una vez a la semana, continuando el legado de accesibilidad que León impulsó.
Julieta Zamorano nos recuerda que la tarea ahora es de todos: “No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos aprender de lo vivido. Esa es nuestra responsabilidad, nuestro desafío”.
La Galería León Ferrari se encuentra en el Centro Educativo Isauro Arancibia, ubicado en Paseo Colón 1366, y puede visitarse de lunes a viernes de 10 a 16 horas. Como cierre, invita a todos a conocer la muestra y a descubrir un arte que no sólo confronta, sino que también acoge e inspira.