«Pan Caliente»: El Festival Olvidado que Dijo No a la Dictadura

«Pan Caliente»: El Festival Olvidado que Dijo No a la Dictadura

En el crisol de tensión y espíritu de resistencia que caracterizó a la Argentina durante la dictadura militar, un evento se erige como un faro poco recordado: el Festival Pan Caliente. Pablo Pacheco, responsable del Departamento de Cultura del Club Excursionistas y realizador de un documental sobre este evento que hoy cumple 40 años, se embarcó en la titánica tarea de rescatar del olvido la vibrante historia de un recital que no solo marcó la escena musical de su tiempo, sino que también se convirtió en un símbolo de disidencia cultural.

El Festival Pan Caliente se llevó a cabo en los albores de 1982, apenas una semana después de que Leopoldo Fortunato Galtieri asumiera la presidencia de facto, y escasos tres meses antes del inicio de la Guerra de Malvinas. Fue un evento que pretendía reunir fondos para la revista homónima, que atravesaba severas dificultades financieras. Se celebró en el estadio del Club Excursionistas, ubicado en el Bajo Belgrano de Buenos Aires, y congregó a nombres como Los Redonditos de Ricota, León Gieco, Piero, Lito Nebbia y Los Abuelos de la Nada, entre otros.

En conversación con Pacheco, queda claro que el festival no es únicamente una historia de música, sino un testimonio de tiempos tumultuosos. «Fue un evento multitudinario y uno de los pocos que se hacían en esa época», cuenta Pacheco, quien a pesar de vivir a escasos metros del lugar y tener 14 años en ese entonces, no pudo asistir al recital debido a que su familia se encontraba de vacaciones. «Era otra época, no había redes sociales; la difusión era principalmente boca a boca», explica, contextualizando las dificultades propias de aquel tiempo para visibilizar acontecimientos de esta índole.

El documental está dividido en dos partes, estrenadas en el canal de YouTube Excursio Cultura, y busca dar voz a un episodio que la historia dejó en segundo plano. Según Pacheco, el festival no solo sacudió los cimientos culturales, sino que fue difundido sin mayores vínculos con el poder. Era, en esencia, un acto de resistencia no solo cultural, sino también política, incluso en los momentos en que el país clamaba contra la represión gubernamental. «Según uno de los testigos presenciales, durante el festival ya se coreaba ‘se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar'», destacó Pacheco.

El tributo a ese día no solo involucra a los actos musicales, sino también la experiencia casi mística que vivieron los asistentes. «Fue un lugar liberador donde mucha gente encontró su momento de libertad, y los artistas una caja de resonancia», recuerda el documentalista, aludiendo al sentido de comunión entre las diversas «tribus urbanas» que se encontraron en la cancha de Excursionistas. Alberto Muñoz, uno de los protagonistas del evento, subió al escenario a recitar poesía ante más de 5.000 personas. Un sueño cumplido que contrastaba con el ostracismo con que la dictadura silenciaba voces.

Los Redonditos de Ricota, en una de sus performances más emblemáticas, no solo deleitaron a una audiencia que clamaba por cambios, sino que según ciertos testimonios, fue su única actuación en un festival al aire libre junto a otras bandas. «Eso le da un toque distintivo a este recital», resalta Pacheco, quien también advierte sobre las posibles razones detrás de su olvido. «Muchos dicen también que ya estaban las habladurías controladas, que buscaban hacer olvidar lo que era un desafío en todos los sentidos a las autoridades de facto».

Pese a la asistencia multitudinaria y el impacto cultural, los fondos recaudados no fueron suficientes para prolongar la existencia de la revista Pan Caliente. Según dijeron los allegados a la producción de la misma, el beneficio económico solo alcanzó para cubrir deudas urgentes. «Había que organizar un festival mensual para sostenerla», indica Pacheco, reflejando las limitaciones económicas y los boicots manifiestos en un entorno controlado por un régimen autoritario.

Este festival marcó la pauta de un ansiado cambio social en Argentina, y su propio olvido, o incluso el intento de relegarlo al cierre, forman parte de la narrativa que el documental invita a revisar. Al proyectarlo 40 años después, Pacheco está no solo reescribiendo la historia, sino también extendiendo una invitación a reflexionar acerca del poder de la música y la cultura como agentes de cambio.

En un tiempo donde la memoria cobra una importancia vital para la reconstrucción del tejido social, la recuperación de eventos como el Festival Pan Caliente se convierte no solo en un viaje al pasado, sino también en un reconocimiento del papel fundamental que la cultura desempeña en la construcción de la libertad. Gracias a Pablo Pacheco, hoy podemos volver a recordar el resplandor de un hecho cultural que instó a una nación a cantar sobre el fin de la opresión.