En esta entrevista, el director Ricky Piterbarg habla sobre su documental en el BAFICI, la importancia de Don Cornelio y La Zona en la escena musical de los 80, y los desafíos de continuar un proyecto inconcluso tras la pérdida de su compañero Rolly Rawals y el líder de la banda, Palo Pandolfo.
Seguimos hablando de películas del BAFICI, Festival de Cine Independiente de la Ciudad de Buenos Aires, que en su edición número 25 se extenderá hasta el 29 de abril, arrancó el 18, y en este caso se trata de una película de la sección Música, que tuvo su estreno el miércoles y tiene por delante un par de funciones más. Se trata de «Cenizas y Diamantes», la película de Don Cornelio y La Zona, dirigida por Ricky Piterbarg, dedicada a esa gran banda de fines de los 80 liderada por Palo Pandolfo, poeta mayor del rock y músico imprescindible de las últimas cuatro décadas. Es un rockumental que repasa la carrera fugaz, pero muy influyente de este grupo que, después de su disolución, sus integrantes formarían parte de Los Visitantes.
Estamos en charla con Ricky Piterbarg. Felicitaciones por la película, que es muy linda y muy emotiva también. Nosotros hace un tiempo hablamos con Santiago Segura por su libro «Pozo guerrillero irascible de Mecum», y él está presente en la película también. Es como una misa Don Corniolera, porque está en todos los Don Cornelios, porque está también gente como Karina Cohen, vos mismo, y por supuesto Santiago. Hay como una especie de celebración por la existencia de Don Cornelio, de algún modo, y eso refleja la película.
Ricky Piterbarg: Sí, un poco es eso. Fue como juntarse para no recordar esos tiempos, sino para mantenernos vivos.
Exactamente. Sé que era una película que tenía un proyecto previo de otra persona que ya no está, y que vos de alguna manera continuaste.
Sí, esto era un proyecto de Rolly Rawals, un amigo, y montajista de los dos largometrajes que hice antes. Él era un realizador también; hizo un largometraje sobre Daniel Melero, después codirigió algo sobre Divididos. Muy metido en el rock, tenía esta idea y recibió de alguna manera el archivo que tenía Claudio Fernández, el baterista de Don Cornelio. Al ver ese archivo, Rolly se planteó hacer una película basada en ese material.
¿Cuál iba a ser tu participación en la película?
Yo era el productor. En realidad, este proyecto tuvo su inicio en 2011, pero se cayó porque la productora no pudo seguir. En 2018 o 2019, Rolly y yo lo retomamos y, entonces, yo era el productor.
Pienso que es una película que, con todo el empuje de ustedes, se hubiese hecho, pero hubiese sido muy difícil sin la colaboración de ellos, de Claudio Fernández sobre todo. Gente que tuvo ganas de que esta historia, de algún modo, se contara. Es una película que no necesariamente cuenta la historia lineal de Don Cornelio. Me gusta que asume que los espectadores ya conocen a Don Cornelio y se enfoca en lo que pasó con todos ellos, cómo la banda los afectó.
Sí, puede ser algo así. Es como una pintura de lo que fue Cornelio y lo que fue esa época. No pretende ser un relato histórico de acontecimientos, sino más bien una pintura, una mancha, algo que cuente a través de sensaciones lo que fue esa banda.
Exactamente. Es importante el apoyo de los músicos; Palo también estaba involucrado en el proyecto. Primero fallece Rolly en 2020 y luego Palo en 2021.
Sí, sin duda, sin ellos hubiera sido imposible o hubiera sido otra cosa. La verdad se brindaron de la mejor manera.
Me gustó mucho cómo la película sale a la calle, mostrando lo que fue Don Cornelio. Claro, Palo pierde la vida en la calle.
Sí, Palo se nutre de la calle y brindaba a la calle y a la gente. Cornelio y su poesía también se alimentaron de esto y eso se refleja en la película.
-En varios momentos del documental hay comparaciones entre versiones de canciones en disco o presentaciones televisivas y las versiones en vivo, y es muy notoria la diferencia. ¿Cómo era un show de Don Cornelio?
Yo no estuve en ningún show de Cornelio. Empecé con Los Visitantes, fui sonidista y estuve en varios de sus conciertos. Don Cornelio debía ser una experiencia muy fuerte y especial. Era una catarsis grupal, difícil de explicar.
Exactamente, era físico. Había una teatralidad, poner el cuerpo. No era solo música y letra, era vivirlo con el cuerpo. Toda esa época lo fue, el Paracultural es un ejemplo de eso.
¿Cuánto quedó fuera de lo que filmaron con los músicos?
No quedó mucho fuera de lo que filmamos ahora. Hay mucho archivo, unas doce horas en total, y mucho rescatable. Quedaron temas que a uno le hubiera gustado poner, pero una película tiene un tiempo de narración. Quizás en algún momento salgan otras cosas.
Estoy en charla con Ricky Piterbarg, director de «Cenizas y Diamantes». La película tiene funciones el viernes y el sábado en el Cultural de San Martín, ambas agotadas. En mayo planeamos estrenar comercialmente.
¿El material de archivo, quién lo filmó?
Claudio Fernández, el baterista, registraba. También participó Messi Cohen, autor de las tapas de los dos discos de Cornelio. Fue una cosa muy ingenua, lúdica. Eso es lo que vio Rolly y que decidió plasmar en la película.
Rescata ese espacio creativo que generaba la banda y la labor de Palo en traer las canciones. Sin alguien que motorice esas canciones, no salen. Es una química grupal necesaria.
La película evita la nostalgia y es lumínica. Aparece Palo de manera optimista. ¿Habrá posibilidades de estreno comercial en mayo?
Sí, si hay cines. La situación es complicada con el cierre de lugares como el INCAA y el Complejo Gaumont. Es dramático y necesario mencionarlo. La suspensión de actividades de fomento significa una sentencia de muerte para el cine argentino.
Ricky Piterbarg, director de «Cenizas y Diamantes», ha capturado la esencia de Don Cornelio y La Zona en este documental, dejando una sensación agridulce respecto al futuro del cine en Argentina.