Conversando sobre «Las Desmayadas»: La nueva novela de Cecilia Sperling

Conversando sobre «Las Desmayadas»: La nueva novela de Cecilia Sperling

En una charla llena de reflexiones sobre duelo, feminismo y el proceso creativo, la escritora Cecilia Sperling comparte los orígenes de su última obra, donde una adolescente enfrenta la muerte de su padre y encuentra poder en su vulnerabilidad.

Vamos a hablar de libros. Les cuento, en Las Desmayadas, una edición de Planeta, es la última novela de Cecilia Sperling, una adolescente se entrena en el arte de desmayar, es así la cosa. Está en un periodo de duelo porque acaba de morir su padre, porque ella tiene madre y tiene dos hermanas también, y está en ese lapso que nunca se sabe cuánto dura, puede ser larguísimo, puede ser laxo, que es el duelo, y tiene que ver también con algo relacionado con la propia vida de Cecilia, y está en charla con nosotros.

¿te interesa como película?

Mira, en realidad empecé al revés, empecé por Oppenheimer y me vine al campo, así que me perdí Barbie. Pero como estamos en la era de la crítica preventiva, ¿viste?, hablamos sin verla, porque ya sabemos todo, no, lo que puedo decirte es que lo que la relaciono con Las Desmayadas es que un poco lo de Barbie es lo que decía Silvia Molloy, que se llama las estrategias del débil, o sea, la directora se vio con una muñeca que traía un montón de moral y de instrucciones del patriarcado de cómo ser y obviamente cada chica que jugó con esa muñeca trató de romper esas consignas y en la película es parte de decir, bueno, usamos esto que está hecho con estos fines con otros fines y el desmayo en mi novela es un poco eso, es este, usamos esta estrategia de desmayarnos para pasar de ser posibles presas a ser cazadoras.

¿Cómo surge el libro, Cecilia, la idea?

Mira, yo terminé el libro anterior que se llama La Máquina de Proyectar Sueños, que es una fábula autobiográfica y es mi historia fabulosa con mis dos hermanas, mi mamá y mi papá enfermo y ahí son niñas, O sea, tenemos 5, 7, 13, algo así, y termina a los 15 de la protagonista con la muerte del padre y este libro sería la saga donde empiezan de 13, 15 y 18, va a durar dos años con la madre y el padre muere. Entonces la idea es, a partir de la muerte del padre, ¿qué pasa en esos dos años donde las tres hermanas y la madre están viviendo como una especie de encierro? Yo pensé mucho en Mujercitas, en Las Vírgenes Quesidas, en Bernarda Alba, Una saga de mujeres y de hermanas y madre, pero justamente dentro de la época de Guerra de Malvinas. Entonces, bueno, es una especie de situación claustrofóbica de cuatro mujeres haciendo un duelo, pero a la vez entrando en la adolescencia.

Entonces pasan todas las cosas de la adolescencia,

Está bueno en el libro ese punto de vista que es individual y colectivo también, como del grupo, y también la mirada de la hermana del medio, o la hija del medio, que es un rol particular, no es ni la más grande, bueno, es una obviedad lo que voy a decir, ni la más grande que tiene responsabilidades, ni la más chica que tiene cierto, no sé, consentimiento o algo así. La del medio es una mirada un poco ajena también a ese grupo que también, por momentos, es un relato colectivo,

Sí, yo digo que es un yo que es un nosotras, Porque cuento una historia que me pasó a mí, pero la viví con esas. Entonces nos pasó a todas, y eso lo relaciono también mucho con el feminismo, Que decía Judith Butler que son autobiografías interconectadas. Todo lo que nos pasa como comunidad o como colectivos siempre nos encuentran en nuestra autobiografía. O sea, cosas que nos pasaron y que también le pasaron a la otra, o al otro, o al otre, eso nos pone en común. Entonces acá están las tres hermanas que son un solo cuerpo, en un momento creo que tengo escrito algo así como somos un animal de seis brazos que se apila al lado de la pelopinche y parece formar un solo cuerpo porque están viviendo el mismo duelo, el padre que se murió es el mismo, a la vez cada una es totalmente distinta.

Y creo que la visión del medio es siempre un poco marginal, y esa marginación, si vos le sumás la muerte del padre, que es como una herida, es como que a mí me permitió ver todo desde afuera. De algún modo es un rol de la narradora siempre, la hermana del medio o el hermano del medio o el hermane, Como que está, puede mirar todo lo que pasa, pero la herida es algo que te permite con mayor filo verte desde afuera.

Porque veo la escena, estamos en el jardín bailando con mis hermanas, llega un grito de que se muere mi papá y de repente veo la escena, es como que me desdoblo y creo que es algo que sale y viene pasando a la hermana del medio.

Pero con esto es como que va hacia el final, va con todo. Tenías claro que el libro empezaba ahí, la primera oración o las dos primeras tienen una potencia tremenda. Esto que acabas de decir, lo estoy buscando para citarlo, escucho que acaba de morir el padre, tengo 15 años, son las dos primeras oraciones que son como una bomba total, tenías claro que empezaba ahí el libro.

Sí, sí, porque para mí es como que fue una especie de esa muerte y ese jardín, yo siento como si hubiese caído un rayo que arma como una especie de cráter, de grieta enorme que rompe, porque es la vida antes y la vida después y está como resumido en ese grito, porque viste que el grito es esa materialidad sonora, es un timbre, de hecho, después también lo que escribo es que escucho como en los rayos que a veces escuchas primero el ruido y después lo ves, hay como un impacto de vibración como hay en la tormenta eléctrica que primero vibra o el relámpago más que el rayo, que primero lo escuchas y después ves el relámpago, entonces hay algo que se escucha, se materializa, estás en un jardín, hay un grito que es otra materia y ahí sabes que todo se terminó y que viene todo algo nuevo que no sabes que es.

Y como tenés 15 años, quería agregar una cosa que también esa grieta se vuelve filosófica o metafísica, porque es como el descubrimiento a una edad muy temprana de que la muerte existe, que es algo que uno sabe, que uno sabe que va a pasar, pero a los 15 años sos inmortal y no te preguntas tanto sobre la muerte, pero cuando la tenés muy encima, no solo te extrañás a tu papá, sino que tu vida de ahora en más es dudando de todo, porque decís, bueno, lo que aparenta por ahí no es, ¿cómo es esto? Parecía que era de una manera, pero me están cortando por la mitad, me están contando que hay otra cosa.

Y para terminar esta idea te diría que yo ahí empecé, por ejemplo, a leer Borges, que habla mucho metafísicamente y de posibles realidades, porque me sentía convocada y que podía entender esos razonamientos.

Leí que el libro lo escribiste en tres meses, pero también es un libro que supongo que estuvo en tu cabeza todo el tiempo, esta escena tan vívida habla de que es algo que te acompaña desde ese momento,

Yo siempre pienso que, mira, en mí la escritura funciona como que hay una inscripción previa, por un lado es lo que uno tiene inscrito adentro, O sea, eso ya está, se inscribió, la vida te va inscribiendo. Y después, concretamente, para escribir el libro, yo en vez de corregir, Alan Paus decía que César Aira corregía a lo largo, O sea, en vez de ir tachando palabras, pone, por ejemplo, el cielo está gris, bueno, en realidad no está tan gris porque ahí veo una nube que se está abriendo, pero sí, puede ser que esté gris y hay una nube negra, como que sigue la corrección modificando lo que primero plantea.

Claro, en vez de estar, viste, esa idea de que se tache y se busca la palabra perfecta, se va generando.

Y en mi caso es como que yo lo pienso, lo pienso, lo pienso, por ahí el día de escribir es estar quieta mirando el techo o caminando, y cuando sale cada uno de los capitulitos que duran una carilla, dos carillas, tres carillas, cuatro, son relativamente cortos, están propuestos, están escritos casi de principio a fin, y entonces en tres meses se escribe. Después hay un momento que es casi como si fuese de cine, como si estuviese en una sala de montaje, donde tengo todos los materiales y por ahí, viste, voy alterando el orden, voy alterando el color, la temperatura, por ahí digo, uy, me falta una escena donde la protagonista tal cosa y la agrego, o en esta escena puse al final algo que está mejor contarlo al principio, pero es más un trabajo de montaje que un trabajo de lo que siempre escuchaba, escribir es corregir, a mí no me pasa eso, viste, es como un lugar común pero que no comparto, no tengo una escritura obsesiva en la palabra, la obsesión pasa por destilar y por decantar y por sedimentar y por agarrar esa espuma, ese borbotón poético en su calidad más genuina y no estar en el papel como, ah, en vez de tal palabra tal otra, esa no soy yo, digamos.

Hay una declaración tuya que me pareció lo más interesante, en la que decís que la muerte de tu papá te trajo mucho feminismo, ¿cómo es eso?

Bueno, no sé si capaz que lo dije así, pero digo, tuve una vida con, este, puede ser…

Fue sexual,

Fue sexual, muy oral, me gusta, me gusta, yo la verdad que no me interesa tener, esto es literario, esto no lo es, me gusta que la palabra permita todo, pero me trajo mucho feminismo, puede ser porque el hecho de criarme en una manada de mujeres me hizo contrastar muchísimo más, digamos, el machismo o el patriarcado por fuera, Como que en mi casa había un pie de igualdad total y cuando no me ponían en ese lugar par, me saltaba mucho más que por ahí la familia que ya tiene un orden donde el padre lo que dice es lo más importante, después el hermano, Digamos como que la familia ya tiene, la familia con hombres y mujeres ya tiene esa especie de patriarcado adentro, mientras que la familia de solo mujeres tiene otra organización. Entonces esa organización se da, se confronta de manera muy fuerte con una organización donde, porque la palabra de la mujer vale menos o todas esas cosas que se nos dicen a las mujeres, que es exagerado o nos toman lo que decimos y lo repiten de mejor manera porque lo dijo una mujer y es una pavada, Como, bueno, lo que desciende de todas las críticas a Barbie. Es como un deporte de que el lugar de la mujer es menor de por sí, o sea, hay una desconfianza.

Entonces, bueno, la crianza entre mujeres me dejó en un lugar de vivir una vida que después se le puede poner el nombre de feminista. Ya nadie te iba a decir cómo vestirte, cómo salir a bailar,

Claro, de golpe aparece una vecina que sí un poco encarna eso y que le dice a mi mamá, che, pero tus hijas usan polleras demasiado cortas o no usan corpiños, digamos, pero era como, y pobre, mi mamá volvía llorando, Porque la vecina le decía como, no las estás educando. Y mi casa era una casa que nos habían mandado a expresión corporal, a danza moderna, a psicoanalizarnos. Todo nuestro entorno era un entorno Isadora Duncan, escuchando Stravinsky, era un entorno totalmente, mis dos hermanas son bailarinas, bueno, mi hermana mayor hace cine también, mi otra hermana es coreógrafa y bailarina. Entonces mi casa siempre fue una casa un poco teatral, mi mamá recita y nos recitaba todo el tiempo poesías porque se formó en la provincia de Corrientes con una técnica muy anacrónica ya para su momento que es la declamación. Entonces era como de golpe ponerse a declamar y me acuerdo que una vez vino, no sé, en mi casa caía todo el tiempo gente y alguien me dice, tu casa parece un teatro. Pero bueno, no era que parecía un teatro sino que nuestra naturalidad, como en la casa de músicos, viste, se sienta el músico al piano o a la guitarra y por ahí toda la familia canta, pero que dentro de todo la música es un poco más aceptada. Bueno, acá era más estar subiendo y bajando las escaleras, corriendo, bailando con unas músicas contemporáneas, estoy en el auto hablando con mi perra.

Entonces era un clima muy libre y yo creo que, no sé si mi papá se lo hubiera bancado o si hubiera dado de otra manera seguro, había algo de ese lugar solo mujeres.

De toda esa sustancia está hecha Las Desmayadas, esta última novela de Cecilia Sperling, que muy amablemente charló con nosotros.

Era Cecilia Sperling, escritora, sobre su última novela de reciente aparición, se llama Las Desmayadas, de Editorial Planeta, una narración muy poética también.

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