Gustavo Tarrío, director y coautor de la obra «Erase», nos recibe con un cordial “buen día, ¿cómo están? ¿Todo bien?” desde el Teatro del Pueblo, ubicado en la emblemática avenida La Valle 3636. Esta obra es una creación compartida con Mónica Cabrera y Marcos Cribo Capich y tuvo su debut en el prestigioso Festival de Arte Escénico Iberoamericano Mirada, en Santos, Brasil. En esta ocasión, «Erase» regresa con una edición ajustada de solo seis funciones, lo que Tarrío denomina como «temporadas así cortas, largas, lo que vaya pintando vamos haciendo ‘Erase’”.
Tarrío describe el origen de la obra como un encuentro fortuito con los libros de Yuval Noah Harari sobre la historia de la humanidad, especialmente su best-seller «Sapiens». Esto le hizo recordar los fascículos encuadernados del programa «Érase una vez el hombre», una producción francesa que obtuvo considerable éxito en Argentina. “De alguna manera reconectamos con la compañía con esta idea de contar la historia de la humanidad”, comenta Tarrío, quien señala que la propuesta de su obra es abordar no tanto la historia per se, sino las narrativas que la moldean.
La obra confronta la visión tradicionalmente dominada por la narrativa masculina e institucional. “Es una obra no sobre la historia de la humanidad sino sobre las narrativas de la historia de la humanidad”, recalca el director. La actuación es un viaje cómico con toques de payasadas que se transforma cuando Lila Monti (quien reemplazó ocasionalmente a Mónica Cabrera) desempeña un potente monólogo en el papel de la antropóloga Rita Segato, desafiando lo que Tarrío describe como “las convenciones de esta obra”.
El elenco de «Erase» es resultado de un cuidadoso proceso de selección, compuesto por veteranos colaboradores del Teatro Nacional Cervantes. “En gran parte habíamos trabajado en una obra que se llamaba La Guiada”, menciona Tarrío, subrayando la conexión existente entre los intérpretes antes de sumarse a este proyecto. Al comentar sobre la inesperada incorporación de Mónica Cabrera, Tarrío elogia su capacidad para “dinamitar la obra desde adentro”, añadiendo capas de complejidad a través de su experiencia como actriz y dramaturga.
El segundo acto aborda la interacción del Estado y la Iglesia con las narrativas culturales durante la última dictadura militar en Argentina. “Editado [se refiere a ‘Érase una vez el hombre’] en un modo especial durante la dictadura, eso también da por tierra con todo lo anterior”, reflexiona Tarrío. El episodio es una elaborada crítica sobre cómo estas entidades intervinieron en la difusión del conocimiento histórico.
“Era una época de censura, represión, bueno, ya lo sabemos”, relata Tarrío, aludiendo al periodo en el que los fascículos de la serie eran modificados con elementos ajenos a la teoría evolutiva, incluyendo retratos papales, que introdujeron la idea de la creación. Esta intervención fue tan evidente que “era extraño incluso para nosotros, que éramos chicos en ese entonces”, añade Tarrío.
La producción culmina con una enumeración de los genocidios históricos, una parte que, según Tarrío, es narrada con la voz original de Cecilia Laratro, quien presentaba la serie en ATC durante la dictadura. “Contame un poco lo que significó trabajar en ATC en esa época”, invita Tarrío a la reflexión, rescatando un contexto que sirve como epílogo musicalizado de la representación.
Las entradas para las cinco funciones restantes están disponibles en la boletería del teatro y mediante plataformas digitales, con las representaciones celebrándose los jueves a las 21 horas. Tarrío enfatiza en aprovechar esta oportunidad para experimentar «Erase», describiéndola como un mosaico de historias borradas y recordadas, esperando una nueva temporada en febrero.
Así que, aquellos interesados en una introspección teatral sobre la influencia del poder en la narrativa histórica deben considerar esta singular presentación—un viaje de contemplación sobre lo que se cuenta, quién lo cuenta y quién ha sido silenciado. Como dice Gustavo Tarrío, «todavía seguimos siendo esa humanidad,…aunque especulemos con borrarla».