En una reciente entrevista, el destacado escritor y periodista Martín Sivak compartió los detalles detrás de su nueva obra, «La llorería», publicada por Alfaguara. Este esperado libro se granjea por su narrativa multifacética, ofreciendo una continuación de la exploración personal y familiar que anteriormente se había abordado en su obra «El salto de papá», editada por Seix Barral.
«Gracias por la invitación», fueron las palabras de Sivak al iniciar la conversación, resaltando su entusiasmo por presentar un trabajo en el que lleva trabajando en los últimos años. El autor subraya cómo ambas obras son hermanas en cierto sentido, apuntando a una conexión más allá de sus temas centrales, sino a través de la profundidad emocional que busca retratar en cada página.
Uno de los elementos más cautivadores de «La llorería» es el personaje de John Langan, descrito por Sivak como un periodista inglés y documentalista que ha marcado su vida profesional y personal desde que, en 2002, emprendieran juntos un viaje de Buenos Aires a Tijuana. «Probablemente el mejor trabajo que tuve en mi vida», rememora Sivak, señalando la chispa intelectual y emocional que encendió este peculiar viaje.
Langan no solo es un destemido corresponsal de guerra sino un amigo cuya vida ha estado llena de riesgos y declives personales impactantes, como el sonado secuestro sufrido a manos de los talibanes, un episodio que terminó inspirando incluso una película con Tina Fey. Tras este evento, Sivak vio a su amigo derrumbarse profesionalmente, señalando: «A mí me interesaba mucho su derrumbe y su dignidad en su derrumbe».
Sin embargo, «La llorería» no es únicamente un compendio de las hazañas de Langan. El libro entrelaza dos historias adicionales que reflejan episodios personales significativos: el duelo por la madre del autor y el devastador fin de una relación amorosa. Esta confluencia de historias aparentemente dispares fluye de manera orgánica, casi como un reflejo del caótico pero ineludible proceso de vivir y recordar.
«Escribir es para mí una forma de organizar la desesperación», cuenta Sivak, admitiendo que el proceso de creación nació de la necesidad de superar una ruptura personal. Inicialmente redactó un diario íntimo para canalizar la angustia, un ejercicio sin pretensiones literarias, pero que terminó alimentando parte del contenido del libro. Aquellas desgarraduras personales se entrelazan con un recorrido lleno de memorias familiares y culturales.
El salto de lo íntimo a lo épico en la vida de su madre, marcada por raíces judías y luchas contra el cáncer, es también parte del tejido de este libro. «Nosotros viajamos desde Buenos Aires por tierra hasta Caracas, y a los nueve días de regresar murió mi mamá», explicó Sivak, encapsulando cómo el trayecto físico coincidió con uno de los momentos más definitivos de su vida.
La habilidad de Martín Sivak para transformar a seres del cotidiano en personajes memorables —destacaron en la entrevista— es, quizás, el alma de su narrativa. Sus lectores encuentran un espejo donde reflejar sus propios duelos y transiciones. «Nunca había recibido tantos mensajes de lectores que están en un duelo por la muerte de sus madres, o que están en una separación», confiesa Sivak, añadiendo que estas resonancias lo llenan de gratitud.
A través de «La llorería», el lector no solo se asoma a la vida de Sivak, sino que también explora el amor, la pérdida, y la amistad en contextos tan diversos como un adiós a la juventud, representado simbólicamente en su viaje con Langan. «Fue como esos últimos viajes de juventud», apuntó, coincidiendo con la percepción de la obra como un crisol de despedidas, no solo de personas sino de épocas enteras de su vida.
«La llorería» se posiciona como una obra que dialoga con lo universal, comprimiendo en su relato cada fragmento de nuestras propias vivencias. En el arte de contar lo propio con excelsitud, Martín Sivak nos deja con una obra que, más allá de sus páginas, resuena en la intimidad de sus múltiples lectores.

