Un hombre que escribe: El documental sobre Abelardo Castillo en el BAFICI

Un hombre que escribe: El documental sobre Abelardo Castillo en el BAFICI

La directora Liliana Paolinelli presenta Un hombre que escribe, un documental que ofrece una mirada íntima sobre la vida y el pensamiento del notable escritor Abelardo Castillo. La película, que forma parte de la sección Artes y Oficios del 25° BAFICI, se proyectará por primera vez el 18 de abril a las 17.40 y el 20 de abril a las 19.40 en el Cine Arte Cacodelfia. Castillo, recordado por su influyente labor como tallerista literario, fue filmado en dos extensas entrevistas realizadas por María Moreno y Mayra Leziñana en 2015, dos años antes de su fallecimiento. En esta conversación, Paolinelli desvela los detalles y la motivación detrás de su trabajo.

La vida me fue llevando a conocerlo porque mi esposa era muy amiga de él y de Silvia. Ella, Paula Grandío, había sido alumna de él. Un escritor que yo admiré profundamente a los 20 años, cuya obra a mí me deslumbró. Después, de pronto, estar en el living de su casa y charlando sobre él, sobre hacer un documental, fue una sorpresa grata, una cosa que me encantó, por supuesto.

¿Cómo fue que pusieron manos a la obra? La gente se preguntará sobre la dinámica con él, siempre un poco desmarcado de la importancia que tenía,

Un hombre que realmente, si tenía noción de la importancia que revestía, lo disimulaba bastante bien. Lo disimulaba, porque tampoco salía mucho, era bastante particular. Creo que él quería hacer algún trabajo sobre sus memorias. Era un apasionado y hasta los 82 años estuvo dando talleres de literatura. Entonces, él cuando enganchaba un tema se ponía a hablar y uno podía estar tres horas escuchándolo. Tenía mucho para decir y transmitir, sobre todo las ganas de escribir y de leer. Eso era como mágico, contagiaba enseguida las ganas de meterse en la literatura. Empezamos a tirar ideas enseguida. La idea surgió en una cena en su casa y ahí mismo empezamos a tirar nombres de quienes podían llegar a ser los entrevistados. Él quería hablar con gente, no quería que fuera como un documental con una narración omnisciente.

Nosotras le propusimos que lo entrevistaran personas que no lo habían entrevistado antes. Así surgieron los nombres de María Moreno y Mayra Leziña. Lo novedoso, aunque Castillo aborda temas que había tratado siempre, es la forma en que se da la charla. Los encuentros con María y Mayra provocan algunos chispazos y es una pasada por los mismos temas de un modo distinto.

Él no era un hombre que saliera mucho y me vino a la mente un momento del documental en el que explica por qué no tiene sentido viajar a ningún lado.

Lo decía en tono jocoso, pero con mucha seriedad. Es un momento lindo y marcó un poco la estética del documental. Nosotros teníamos las dos entrevistas, no llegamos a filmar más de esas dos, y yo pensaba en filmar los escenarios por donde él había pasado. Hablando con el montajista, me dijo que su mundo eran las letras, las palabras, el lenguaje, y no salía de su casa, así que ¿por qué la cámara tendría que desplazarse también en busca de otros escenarios? Esa fue la clave de persistir en su imagen, él hablando y nada más. Esa concentración da una intensidad por no distraerse con otras cosas.

Él decía en el documental que conservaba unos libros que nunca iba a leer porque sentía que una vez que los leyera todos, iba a morir.

Él estaba con la idea de la muerte. Cuando terminamos de filmar las dos entrevistas, él quiso hacer un impas. Después de la entrevista con María Moreno, quedó muy agotado. Creo que repasar toda su vida en una charla de tres horas lo colocaba un poco más cerca del final. Esa decisión de parar, creo, era para dilatar el momento de la partida.

El documental resuelve muy bien la figura de Abelardo, quien imponía respeto. Sin embargo, las entrevistadoras lo interpelan con sus preguntas.

Hay un espacio donde las entrevistadoras opinan, expanden sus ideas y él escucha. Es lindo tener ese registro de él escuchando atentamente. Después, María Moreno es una capa entrevistando. Le dijo: «Yo, antes en los 70s, te tenía miedo y ahora que te veo, te tengo más miedo». Fue una técnica para vencer la resistencia de la otra persona. Él se les planta y ellas también se le plantan, es una linda charla.

Él explica por qué no da entrevistas y cómo los periodistas pueden cambiar lo que dice.

Sí, y de algún modo se plantan las reglas tal vez para quebrarlas. Hacer la entrevista con espontaneidad y fue una decisión que el documental fuera la entrevista. No hay otras voces, aunque podrían haber aparecido muchos colegas y alumnos. Pero hubiera sido otro registro, algo más periodístico. Quería reproducir esa sensación de verlo hablar en el taller, desde la silla que yo ocupaba más o menos.

¿Hay otros trabajos que lo retraten?

Hay un director que vive en España que está haciendo un documental, pero como ni siquiera lo conoció, está yendo con otra estrategia, formando una imagen de Castillo a través de testimonios. Pero en mi caso, meter otras voces hubiera sido un pecado.

El documental no se puede ver en plataformas, solo en el BAFICI, según Juan Manuel Domínguez en el catálogo.

En la pantalla grande se valoriza todo mucho más. Me gusta filmar en pequeño y después magnificarlo en pantalla. Aunque puede ir a plataformas, en el cine es diferente, y con gente en la sala porque Abelardo era social.

Liliana Paolinelli, directora de Un hombre que escribe, presentará su película en el BAFICI los días 18 y 20 de abril en el Cine Arte Cacodelfia. La obra retrata a Abelardo Castillo a través de dos entrevistas que profundizan en los temas que le apasionaban.

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