Desde el 20 de septiembre, los amantes del teatro pueden disfrutar de una nueva adaptación de «Una Casa de Muñecas,» la célebre obra de Henrik Ibsen, en el Centro Cultural 25 de Mayo. Dirigida por Lorena Ballestrero, esta reinterpretación moderna busca resaltar la vigencia y resonancia de los temas que la obra plantea. En entrevista, Ballestrero compartió los desafíos y motivaciones detrás de este proyecto que se exhibe todos los martes a las 20 horas en Villa Urquiza, Buenos Aires.
Ballestrero comenzó a idear esta adaptación en plena pandemia, atraída por las dimensiones y la relevancia intemporal del texto original. «Es una obra muy grande en dimensión por lo que plantea,» explicó. La pieza sigue siendo un testimonio de cómo, en palabras de la directora, «hacemos para no quedar atrapados, atrapadas en lo que se supone que tenemos que hacer, las decisiones de pareja, pero también frente a la sociedad.» Esta reflexión crucial es lo que la llevó a adoptar «Una Casa de Muñecas» y darle una perspectiva contemporánea.
El propósito de Ballestrero con esta nueva versión no es simplemente recrear la obra con un nuevo decorado o escenario temporal. En lugar de encasillarla en una sola época, la producción resalta lo universal de sus conflictos, permitiendo que tanto una audiencia del siglo XIX como la moderna puedan relacionarse con los dilemas de Nora, la protagonista. «Me interesaba trabajar un tiempo que fuera desde entonces hasta acá, que es un tiempo más inestable, más ambiguo quizá también,» comenta Ballestrero, enfatizando su intención de mostrar cómo los problemas explorados por Ibsen siguen vigentes.
Una de las grandes decisiones en esta adaptación fue el enfoque minimalista y contemporáneo de la escenografía, lo cual fue conceptualizado por la misma directora. «Me interesaba que lo fundamental fuera que Nora estaba en un espacio donde pueden venir personas por distintos lugares y eso es peligroso, no sabemos por dónde va a venir alguien y le puede desarmar todo el plan,» señala Ballestrero sobre la sensación de vulnerabilidad que quería transmitir. Este diseño también buscaba captar la esencia de una «casa de muñecas,» un espacio donde «todo es precario en realidad.»
Elegir al elenco fue otro reto importante. Ballestrero optó por confiar en actores cuyos talentos conocía previamente, como Pablo Caramelo, y en quienes vislumbró la capacidad de abordar la complejidad emocional de los personajes de Ibsen. «Para mí hay algo ahí que siento que viene en acción y que podemos trabajar,» dice la directora con respecto a su método de trabajo colaborativo con el elenco.
El papel de Nora, en particular, es central para la obra, ya que casi todas las escenas giran en torno a ella. Interpretada por Malena Rivo, Ballestrero destaca su habilidad y dedicación: «Malena está bárbara, trabajó con mucha dedicación y con mucho compromiso que también agradezco.» La adaptación busca atrapar al público no solo con la historia, sino también a través de una actuación que permita una conexión empática y reflexiva con las vivencias de los personajes.
Lorena Ballestrero aspira a que el público salga del teatro cuestionándose sus propias elecciones y el tipo de sociedad que están construyendo, alentándolos a considerar nuevas formas de pensar y actuar en sus vidas cotidianas. «Me parecía que estaba bueno, como yo, me siento ahí a ver aquella historia de entonces, pero tengo como espectadora la sensación de que podría ser yo quizás con otro contexto,» concluye.
La obra «Una Casa de Muñecas» estará en cartel hasta el 29 de noviembre en el Centro Cultural 25 de Mayo. Las entradas pueden adquirirse en la página oficial del teatro www.25demayo.org o a través de alternativateatral.com. Esta puesta en escena promete ofrecer una experiencia teatral única, invitando a los espectadores a reflexionar sobre las mismas restricciones y desafíos que aun resuenan hoy día, más de un siglo después de que Ibsen escribiera su obra maestra.