En esta entrevista, la docente, investigadora y editora Andrea Calamari nos presenta su primer libro, «Volver para contarlo», editado por Paidós. En él, se repasan historias literarias de viajes que abarcan desde la Odisea hasta la carrera espacial. Asimismo, Calamari reflexiona sobre cómo las travesías y sus narraciones han evolucionado, su propio proceso de creación y la relevancia del lenguaje académico y literario.
-Es un gran trabajo atrás, Un trabajo que no comenzó en forma de libro. Ahí leía por ahí que era un drive. Tu trabajo como docente te llevó un poquito, Y tu trabajo como ensayista y escritora también.
– En realidad digo eso como un drive. A ver, porque creo que lo que más hago en la vida es leer, Y entonces siento que nunca termino de leer del todo hasta que no escribo sobre eso. A veces son unas notas en cuadernos, pero se me van perdiendo. Entonces las voy acumulando por ahí en drives y con carpetas y subcarpetas y cosas por el estilo. Pero en realidad esto yo doy clase en la Universidad de Rosario en comunicación y dirigía hace unos años un proyecto de investigación sobre las escrituras contemporáneas, las formas de la escritura contemporánea. Y una de las cosas sobre las que trabajábamos tenía que ver con cómo se escribe en las redes, cómo se escribe en Instagram, pensando en escribir en el sentido amplio, Aunque a veces sea solo una foto. Y una de las cosas que está apareciendo en Instagram es cómo era el lugar donde he privilegiado para contar los viajes. O sea, cada persona que viaja se ve de alguna manera con peligro a ponerlo en Instagram, aunque sea una foto, un pequeño relato, una crónica.
– Incluso inmediatamente,
– Inmediatamente. O sea, yo no sé cuánta gente pasa por enfrente de la Torre Eiffel, se resiste a hacer la misma foto que todos lo hacen en la Torre Eiffel, pero como que necesito ponerlo.
– Claro.
– Entonces eso, bueno, era un proyecto de investigación sobre cómo se escribe. Y apareció ahí lo de los viajes y en algún momento estaba dando vueltas. Bueno, era 2020, que teníamos un modo distinto de manejar el tiempo también.
– Exacto. Durante la cuarentena.
– Exacto. Entonces fue apareciendo, bueno, cómo se cuentan ahora, pero cómo se contaban antes y cómo fue cambiando el modo de contar los viajes. Y entonces empecé a ir para atrás a ver la Ilíada y la Odisea. A mí me encantan siempre como motivo sobre el cual volver. Esto es un viejo relato escrito hace miles de años por un, como dice Borges, un montón de anónimos a los que los griegos decidieron llamar Homero, que es también un personaje de ficción. Y bueno, ahí yo no lo sabía, pero también empecé un taller con Matías Bauzo sobre edición y escritura de no ficción y me dijo, che, acá tenés un libro vos.
– ¿Matías es muy mentiroso?
– Bauzo ve libros igual siempre en su horizonte todo el tiempo. En este caso tenía mucha razón, pero es como un hombre que visualiza libros también, Es un optimista. Yo digo, bueno, él escribió el prólogo y digo que es un vendedor de autos. Lo vende mejor de lo que está.
– Está bien, está muy bien. Él digamos que te dio el primer impulso para transformar en libro eso, eso que estabas escribiendo, que estaba suelto de algún modo,
– Sí, yo ahí lo que tenía era en principio no más que una intuición. O sea, a ver, ¿qué apareció? Yo digo que salí de vieja, salí del clóset académico. O sea, hace mucho que escribo, escribo cosas de distinto orden, pero en mucho yo también en ese momento empecé a escribir con más vaciduidad en la revista española Shutdown, que ahora edito para Argentina. Pero lo que sentí es que el lenguaje académico no contenía todo lo que quería decir. Y el lenguaje académico es así como más reglado, tiene sus propias formas que están buenísimas para la escritura académica, pero sentí que lo que quería ahí era contar algunas historias. Entonces necesitaba más libertad formal. Entonces por eso apareció esto del libro.
– Andrea, ¿cómo andas?
– ¿Qué haces? ¿Cómo andas?
– Todo bien. Felicitaciones por el libro, porque es un sistema que funciona perfecto. El prólogo, tu introducción, esa página como de bienvenida, después tu cierre, la página de fin de viaje. El índice es una locura, como bien dice Bauzo en el prólogo. Y después hay una cita genial de César Aira, que no puedo creer la genialidad de ese tipo. Que es algo que, cuando pensaba en el libro, cuando lo agarré digo, bueno, está bien, como los viajes y la escritura tienen ahí una especie de hermandad. Y lo explica Aira. Dice, los viajes son un relato antes de que hubiera relato. La estructura misma del viaje ya es narrativa. Eso es como un puente para el libro espectacular,
– Claro. Eso, a ver, eso es lo que a mí me pasó. Yo estaba haciendo una investigación y digo, acá este tipo en un párrafo tiene una tesis.
– Total, sí.
– Y él dice, antes de que se inventaran los relatos había viajes. Y dice, imaginamos, podemos imaginar un primer narrador que no sabía cómo narrar, no sabía cómo contar. Bueno, ahí estaban los viajes que le estaban dando una estructura narrativa, porque tienen introducción, nudo y desenlace, las historias, como hay partida, recorrido y vuelta.
– Es espectacular.
– Sí, espectacular.
– Y después está tu enumeración sobre los viajes. ¿Cómo definir qué viajes incluir? Y ahí vos pones una cita borjeana, ¿a qué viajes están? No sé si lo querés explicar un poco. ¿Qué viajes decidiste incluir?
– Mira, ahí lo que apareció fue una cosa, la arbitrariedad, que creo que tiene en principio toda lectura. A mí me gusta pensar el libro como una lista, porque las listas me parecen un gran motivo también narrativo. Como dice el escritor Gocevic, Búlgaro dice, toda lista es una, dice, pensamos que la lista es una cosa simple, pero en realidad es un tipo de narración urgente. Como si fuera un arca de Noé, metemos en una lista lo que queremos que se salve. Y esa lista se fue haciendo de manera un poco arbitraria. Yo digo libros que me gustaron, que encontré, que me parecieron significativos, a veces que eran de notas al pie. Y lo que sí me gusta de ese espíritu borjeano, como vos decís, es esto de pensar a la literatura como una sola cosa, donde hay una sola trama que fueron a lo largo de los miles y miles de años, escribiendo distintas personas y que ya se vuelven anónimas. Y me gusta pensar también en el futuro que cada una de las personas que escriben van o vamos a ser anónimas en breve. El otro día me preguntaban en una nota, ¿qué imagino del libro? Y yo digo, qué sé yo, nadie lo va a comprar. Está lleno de libros, están caros. Porque el otro día un amigo me mandó una foto que el mío estaba al lado de uno de Britney Spears. Yo digo, yo compraría ese, obviamente. Está lleno de libros, pero cualquier libro es como una apuesta al futuro. Y eso va a quedar, y cuando dentro de miles de años, que imagino que va a haber miles de años, como resto o lectura de estos tiempos van a quedar las cosas que se están escribiendo ahora. Y serán fragmentos, y ahí habrá capaz que una cosita de cada uno que escribió.
– Yo pensaba cuando lo leía, el libro es «Volver para contarlo», cuando lo estaba leyendo digo, yo a este libro voy a volver también. Porque tiene una enorme cantidad de citas, de material, sé que voy a volver a este libro. Y eso no siempre pasa, un libro te puede gustar mucho, lo cerraste y sabes que, o por lo menos yo, No vuelvo nunca más al libro, pese a que me encantó y me cambió la vida un ratito. Este libro volvés casi seguro.
– Bueno, buenísimo, está bueno. Por ahí volvés para saber si había algo sobre la semana que no me acuerdo que era.
– Andrea, hay una nota muy buena que te hizo Daniel Gigena en La Nación, la que dice algo que me interesa mucho a mí que es, que hablas del turismo, decís en un momento, produces relatos pobres y desangelados. El turismo a veces es también un poco el relato de viajes de periodistas, viste los periodistas de viajes, viste que está, incluso hay revistas dedicadas a eso. Es un poco eso también, ¿ha hecho algo por la literatura o es puro periodismo y a veces no agrega nada? Porque en este caso, el costado que vos utilizas, lo que vos haces es literatura y hablas de literatura, no tiene nada que ver con el periodismo.
– No, a ver, qué sé yo, la verdad es que no he consumido mucho periodismo de viajes. A ver, creo que hay crónicas viajeras, pero no sé, Kapuscinski, ¿debería ser un periodista de viajes o es un periodista a secas? O es un escritor, a Kapuscinski se le ha reprochado que exageró, que mintió, lo que le reprochan es que haga literatura. Y me parece que cada persona que escribe está haciendo eso, está entre los hechos y el modo en que se cuentan, hay una distancia enorme, y no porque haya mentira o porque haya una manipulación en el sentido de maligno, sino que efectivamente se manipulan, o sea, se eligen unas palabras por sobre otras, un punto de vista, contar una escena, y bueno, ahí hay literatura. Pero creo que sí lo que tiene el turismo es que ha colonizado las formas de viajar. Pensemos qué viajes se hacen actualmente que no sean turísticos. Hasta los viajes espaciales ya ahora tienen una vertiente turística. Y sí, por ejemplo, hay grandes relatos que están atravesados por el turismo, también tiene que ver con las experiencias extremas, o sea, subir al Everest.
– Hay cola en el Everest.
– Hay cola en el Everest para cagarse de frío. Y para sufrir con la montaña, que es una altura que no soporta cualquiera.
– Para sufrir hay que entrenar, y va gente que no está entrenada y paga 60.000 dólares para que los lleven ahí a hacer cola para llegar.
– Y hay gente que se sube a barcos de científicos para ir a la Antártida, y hay gente que paga para ir a Chernóbil y vivir una experiencia extrema.
– María activa.
– Que lo llaman exactamente, el turismo oscuro lo llaman,
– Claro, claro, claro.
– Estamos en charla con Andrea Calamari, docente, investigadora, editora, doctora en comunicación, con el propósito de su muy interesante libro, «Volver para contarlo», editado por Editorial Paidós.
-¿Qué te generó más entusiasmo? ¿El viaje histórico, el viaje fantástico, el viaje épico bíblico? ¿Qué es lo que te pareció más atractivo?
– En cada momento me iba enganchando, Y decía, bueno, estaba, qué sé yo, con los viajes, las peregrinaciones, por ejemplo. Y dije, ah, voy a escribir solo sobre eso. Y así con cada una de las cosas que iba tomando. Después, bueno, también soy inconstante y también me pasaba otras cosas. Pero, por ejemplo, cuando descubrí, no sé, toda la historia de hay una monja que en el siglo IV salió con la Biblia como guía turística, literalmente. Y dijo, yo voy a ver todos los lugares donde estuvo Jesús, a ver qué milagros hizo, voy a ir a ver si eso es verdad. Y lo usaba ahí como guía turística. Y después se decepcionaba un poco y se daba cuenta de que no eran tan milagrosos esos lugares. Pero también me gustó leer, nunca había leído la Biblia yo, por ejemplo. Y estaba pensando, me gustaría algún relato sobre Éxodo. Entonces le escribo a un amigo que es católico y le digo, che, así, desconocimiento total. ¿Dónde está, en qué parte de la Biblia está relatado el Éxodo? Y me está saliendo un clave de libro de viajes, de relato de viajes. Y me encantó pensar eso y después cómo se fueron armando, inclusive dentro de lo religioso. Por ejemplo, cómo se fueron armando toda una industria sobre las reliquias religiosas para buscar un fragmento de la cruz donde lo crucificaron a Jesús y al himen de la Virgen María. Y se armó toda una industria turística sobre las reliquias religiosas. O pensar cómo hay dos tipos de viajes que comparten la palabra itinerario, que son las peregrinaciones y el turismo.
– ¿Y cómo fue el pasaje, digamos, de esa obsesión, no pequeña, de esa obsesión que estaba en un drive a decir, bueno, estoy escribiendo un libro? Que además, pensaba curiosamente, empezó en un momento de quietud absoluta, de no viaje, que era la pandemia. ¿Qué cambió en vos como investigadora cuando dijiste, bueno, tengo que… toda esta colección de viajes ahora van a ser un libro? ¿Empezaste como a mirar diferente? Es también un libro de alguien que miras a los que miran, creo que lo dice en algún lado. ¿Cómo cambió tu mirada ahí?
– Más que nada yo lo que sentí es que no quería hacer eso, ya no tenía que ver con una investigación, sino que quería contar yo, a partir de lo que leía, también un modo de verlos y de ver a esos autores que han escrito libros de viajes, pero ya verlos como personajes. O sea, me gusta pensar desde Marco Polo hasta Colón o a Sarmiento como personajes, personajes que viajaron y que escribieron y ver ahí cómo está esa mezcla. Pero también una de las cosas que apareció con la escritura fue, en un principio la escritura era bastante impersonal, y que estaba muy presente en mi punto de vista. Digo, ¿desde dónde miro yo? Digo, yo he viajado muy poco, un par de experiencias turísticas, cosas así, pero no me moví de este lugar que es la Pampa Argentina, La llanura que es toda igual. Tomando a Zaher, cuando dice en El río es amarilla, acá vos te moves, estamos como en el centro de una semifera, para donde vayas ves lo mismo. O sea, no hay una pregunta sobre qué hay del otro lado. O sea, yo vengo además de un lugar casi rural, de un pueblo del sur de Santa Fe, que es bien la Pampa gringa, que yo digo, bueno, como donde yo nací y demás, los gringos hablamos, además de comernos las hechas, hablamos a los gritos, porque todo está así medio lejos y todo es medio igual. Y lo primero que hicieron los que llegaron acá, que fueron los españoles, bueno, primero cuando lograron que se les dejen de comer, diría Borges, cuando los indios comieron y los españoles ayunaron. Digo, primero los nativos que había acá eran nómades, no se quedaban porque no había nada interesante. Y los que se empezaron a quedar finalmente fueron los inmigrantes, que llegaron y había tierra, había mucha, todo igual, y entonces a eso hay que alambrarlo, para darle una sensación de cercanía. Entonces me fui dando cuenta que mi punto de vista tenía que ver con habitar un lugar que es espacio de llegada, no de partida. O sea, si este libro, esta revisión sobre cómo se contaron los viajes, la escribiera alguien que vive en Italia, que vive en Grecia, que vive en Inglaterra, donde sea, están en un lugar donde la gente se movió para irse a otro lado. Acá estamos en un lugar donde la gente llegó.
– Ahí está. El libro está, para comprarlo, no importa que esté al lado del de Britney Spears, Compró los dos.
– No, Britney lo ves en Instagram, en cualquier lado. Esto no está en Instagram. Así que lo recomendamos. Andrea, felicitaciones por el libro y gracias por esta charla con nosotros.
Era Andrea Calamari. Andrea Calamari es doctora en comunicaciones, docente, investigadora, editora. Y ahora, en su primer libro, nos trae este trabajo sobre el viaje. «Volver para contarlo. Una historia literaria del viaje de Ulysses y Marco Polo a la carrera espacial».